Aunque no suele este cuaderno reproducir de otros sus escritos, el relieve del escribiente y la hondura de la cuestión planteada sugieren la conveniencia de reproducir este artículo e iniciar una angosta reflexión sobre la modernidad amputada de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (irreal sin adecuados instrumentos) y la vieja añoranza del linchamiento.