En otro tiempo hubiera sido un gesto de dignidad.

Aquella discreción que enseñaban en los cursos de deontología jurídica a finales de los ochenta del siglo pasado. Ni siquiera alardear de las tarjetas de los clientes (se consideraba incluso motivo de infracción disciplinaria). La vieja veneración del secreto. Ens fem grans…

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