
Foto:aquí*.
1.-Aquel boxeador llevaba días limitándose a hacer fondo con la distinción entre erratas, redacción deficiente y un tertium genus constituido por el llamado “lenguaje inclusivo”. Su encaje dentro de los lenguajes construidos o planeados (como el esperanto, la lógica simbólica o la neolengua de 1984) le permitía una perspectiva provechosa. Pero, como digo, era un trabajo de resistencia: algo de sombra, bastante saco y mucha comba y carrera en cuesta.
Sin embargo, el tipo tenía ganas de volver al ring. Sus seguidores habían universalizado ya el apodo de Molinito, en homenaje a María Moliner. Hubo contactos con la Federación catalana para combatir contra la “Llei 1/2023, del 15 de febrer, de modificació de la Llei 18/2007, del dret a l’habitatge, i del llibre cinquè del Codi civil de Catalunya, relatiu als drets reals, amb relació a l’adopció de mesures urgents per a afrontar la inactivitat dels propietaris en els casos d’ocupació il·legal d’habitatges amb alteració de la convivència veïnal”, uno de los textos peor escritos en la historia del parlamento del Principado. Sin embargo, sin ser muy consciente de su aportación, fue Gregorio Luri quien, en su twitter, propició el enfrentamiento definitivo contra un rival temible: la Resolución de 25 de mayo de 2023, de la Secretaría de Estado de Educación, por la que se establece el procedimiento para la constitución de un panel de expertos y expertas para colaborar con el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, para la elaboración y revisión de materiales e instrumentos de evaluación asociados a las evaluaciones del sistema educativo. El maestro Luri, un experimentado sparring, presentaba así a ese luchador implacable:
“El Ministerio de Educación se ha convertido en el Ministerio de ultraje a la lengua. Cuando los pedagogos han dejado de hablar como suele el pueblo hablar a su vecino, es que se han independizado de la realidad.”
La resolución ha tenido una carrera fulgurante y, a los pocos días de su publicación, ya se ha ganado el sobrenombre de Loctite, porque es capaz de enganchar lenguaje inclusivo en un billete de metro. Es un boxeador pegajoso y de mirada vidriosa.
2.-La ceremonia de pesaje fue tensa y poco caballerosa. Loctite estaba entrenado en la durísima escuela de la LOMLOE y amenazó engallado ante la prensa con convertir el combate en una infernal situación de aprendizaje. Esto es, «situaciones [sic] y actividades que implican el despliegue por parte del alumnado de actuaciones asociadas a competencias clave y competencias específicas y que contribuyen a la adquisición y desarrollo de las mismas» (apartado f) del Real Decreto 217/2022, por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria).
3.-Ya desde el primer asalto , Loctite sorprendió a Molinito con el empleo constante de swings. Se trata de un golpe difícil que, por cierto, dominaba a la perfección nuestro Pepe Legrá (y esta histórica referencia me permite «racializar» la situación, como farfullan ellos). El swing inclusivo consiste en desdoblar sistemáticamente los sustantivos para evitar la odiosa subsistencia del masculino para el género no marcado. Así, en el título y en ocho ocasiones a lo largo del cuerpo de la resolución se opta por hablar de este modo:
-“[…]contratación de expertos y expertas…”
-“[…] un número de expertos y expertas…”
-“Los expertos y expertas”…
-“[…]el experto o experta”.
Respecto a los dos primeros casos, siempre pensé que, con su lógica inclusiva, debían decir “contratación de expertos y de expertas”, para subrayar el sustantivo femenino (curiosamente, en estas ocasiones siempre sitúan primero a los expertos, siendo superados en consecuencia por la cortesía del “señoras y señores” de toda la vida). En relación a los dos últimos supuestos, la contradicción aumenta, ya que lo lógico es que dijeran “los expertos y las expertas” y “el experto o la experta”, para no tragarse las partículas “los” y “el” como despreciables masculinos genéricos que cubren lo que viene luego.
De hecho, Loctite -que ya empezaba a flaquear justo en ese primer asalto- se dio cuenta de lo anterior y trató de corregirlo en un caso. En el art. 7.2. (que pasará a la antología de las memeces del boxeo inclusivo) se refiere a “La directora o el director del INEE” y a “La jefa o el jefe de Área”, rematando en la misma frase con un cambio de orden ridículo y machista: “el director o la directora”. Por cierto, la misma oración (insisto: la misma) se remata con un sintagma de los de toda la vida, sin ningún miriñaque modernete: “[…],uno de los cuales actuará como secretario.”
4.-Ustedes no me creerán, pero el combate acabó ahí. Es cierto que Loctite aún se marcó un deslavazado “alumnos y alumnas” en la exposición de motivos y un solitario “persona titular” (art.8.5), que fue su último destello de temperamento agresivo. Se veía a la legua que le faltaba resistencia y que no había brincado la cuerda en mucho tiempo. En el segundo asalto, aquellos ocho desdoblamientos de expertos y de expertas se vinieron abajo con cuatro “expertos” que iban por el monte solos, como los gitanos de Lorca : arts. 3 -en su último párrafo-, 5.2 -con un implacable “a cargo del experto”-, 9 -donde se va rápido con “estos expertos”- y 10 -donde se concluye con una alusión al “experto externo”, sin más complicaciones-.
5.-Sin calidad en el swing duplicador y con unas piernas que parecían de alambre, Loctite empezó a soltar puñetazos a tontas y a locas desde las cuerdas. Se refirió a “los candidatos” o al “candidato” (así, a palo seco) en ¡14 ocasiones!. Sólo en una logró escuchar los gritos enfurecidos de su entrenador y acertó a conectar un tímido “candidatos o candidatas” en el segundo párrafo del art. 9. El público se apiadó de él cuando, ya sin estilo ni fuelle, se le escapó una errata (como a todos nos pasa) al intentar seguir las instrucciones de la esquina (tercer párrafo del art. 9):
“Se designará para la elaboración de las pruebas a los candaditos [sic] comenzando con los de mayor puntuación hasta completar el número de candidatos necesarios”.
6.-Hubo después un par de asaltos con Loctite moviéndose como un alma en pena por el cuadrilátero: “”los solicitantes” y “el solicitante” en el art. 3, “los interesados” en el art. 6.2 (y también en el 8.4), “otros funcionarios” en el último párrafo del art. 7, otra vez “los solicitantes” ( y “aquellos solicitantes”) y una retahíla de “excluidos”, “omitidos” y “admitidos” en el art. 8.2, “los especialistas” (y “aquellos” especialistas) en el art. 9, etc. Loctite deambulaba por la lona como una marioneta del patriarcado.
7.-Llega siempre un momento terrible en el boxeo, allí donde afloran sus insalvables dilemas éticos, como nos advertía el añorado Manuel Alcántara[1]. Molinito podía dejar transcurrir el combate confiando en la suma de puntos que, automáticamente, debían estar realizando los jueces. Sin embargo, había sido abogado y guardaba muy adentro la desconfianza en los tribunales propia de los picapleitos. Además, un boxeador de raza busca el KO.
Con la agilidad de un Manny Pacquiao, Molinito lanzó un golpe cruzado al rostro de Loctite, que desparramó por el ring su penoso artículo nueve que, en su primer párrafo, mezcla en cuatro frases seguidas todos los criterios posibles en materia de desdoblamiento (incluso dentro de la misma oración):
“[…], se convocará a un número de expertos y expertas al menos igual al doble de los necesarios para realizar los trabajos por orden del listado. Si en la lista no hubiera ese número de especialistas, se convocaría a la lista completa. Estos expertos recibirán las instrucciones necesarias para realización de las tareas que se van a encomendar. Los expertos y expertas tendrán que entregar un ejercicio práctico que se calificará entre 1 y 10 puntos, con un decimal, de acuerdo con una rúbrica previamente establecida en la que se valorará la calidad del trabajo realizado y la competencia digital del candidato.”
El jab cruzado se vio reforzado con un gancho de alto voltaje al mentón en el primer párrafo del art. 10:
“El experto o experta que resulte asignado para un proceso de elaboración de pruebas de evaluación deberá garantizar el compromiso ético y la ausencia de conflicto de interés [sic]. Para el ámbito de esta resolución, se entenderá por ausencia de conflicto de intereses y compromiso ético por parte del experto externo, entre otros, la garantía por su parte de […]”.
Cuando el árbitro iba a iniciar la cuenta, el asistente lanzó inmediatamente la toalla y concluyó el espectáculo. Era evidente que daba igual desdoblar que no desdoblar, lo mismo era jota que bolero. Todo esto es una patochada que desconoce el funcionamiento del idioma y que se despacha con golpes ridículos, aislados y sin ganas por parte de expertillos que, teóricamente, deberían velar por el mejoramiento del nivel formativo. Puro maquillaje que no aguanta tres asaltos.
8.-En la época dorada del boxeo y del cine, era habitual la narración de las trampas y de las peleas amañadas. Quizá recuerden la película que da título a este articulillo. Escenas de mafiosos bien vestidos y luchadores confiados y desesperados. Ahora son ustedes, queridos lectores, los que pagan la bolsa y la fealdad y las pérdidas de tiempo de esta pedantería, mientras los Loctites de turno se pasean chulescos en el ambiente vicioso y corrupto de las guías docentes. Necesitamos aspirantes.
***
Artículos anteriores:
–Sábados exclusivos. Lapsus y volapuk. (IV).
–Sábados exclusivos. Lapsus y volapuk (III).
–Sábados exclusivos. Lapsus y volapuk (II).
Otros artículos:
[1] La edad de oro del boxeo (15 asaltos de leyenda), Selección de Teodoro León Gross y Agustín Rivera (2014).
Boníssim, mestre !
Me gustaMe gusta