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Lo anotábamos hace unos días*, pero ha sido Renato Cristini el que ha dicho -mucho mejor- lo que yo quería decir. En el fondo, el resultado podría ser secundario y, por otra parte -como Milei siempre recuerda- el combate en Argentina no es para tibios. Baste recordar el ataque con nafta hace unas semanas a una sus diputadas o el mismo depósito de su voto entre la patota mediática y física peronista*.
El artículo de Cristini es un texto para el debate electoral, pero he querido resaltar su primer párrafo y, por supuesto, adjuntarles el total contenido:
«Aún no sabemos si Javier Milei ganará las elecciones, pero una cosa es segura: Argentina ya no será lo que era antes, porque con él se desbloquearon muchos temas y conceptos que hasta hace apenas unos meses eran literalmente un tabú: no se podía hablar bien del liberalismo, porque inmediatamente quien lo hiciera era tildado de imperialista, capitalista, esclavo de los «gringos», enemigo del pueblo; no se podía mencionar el conservadurismo, que los partidos principales desprecian como tradicionalismo de ultraderecha e incluso militarismo golpista; estaba mal visto hablar de iniciativa privada —industrial o artesanal— considerada por el mainstream populista como expresión de egoísmo individualista y explotación de los trabajadores; y no podían ser recordadas las víctimas del terrorismo de izquierda, porque —es lo que se cree corrientemente— en la izquierda sólo habría habido movimientos angelicales, perseguidos por la violenta derecha y que, por tanto, se habrían visto forzados a levantarse en armas para defenderse a sí mismos. Hoy se ha empezado a hablar de todo esto, a rasgar el velo de la demagogia y la mentira, y de este avance no habrá retroceso, independientemente del resultado electoral.»
Crisis y renacimiento de una nación: la nueva Argentina de Milei*
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