Gran Vía, pasado y proyectos.

A Marc y Aina.

       1.-Como voy siempre de mi corazón a mis asuntos, suelo huir de la democracia directa y sus llamadas a la participación, de hacer de vocero en los plenos municipales y, en fin, de todas esas cosas que a veces, sólo a  veces, sirven de algo. En mi particular quiero y no puedo, me veo como un culto y adinerado bourgeois francés plenamente confiado en sus representantes ante l’Assemblée Nationale, mientras dedico mis días a las letras y a la cultura física.

       Ahora bien, es cierto que uno no puede desentenderse de las graves cuestiones y he de prestar mi atención, por tanto, a los trámites participativos dispuestos por la autoridad democrática. Por no atender debidamente a los plazos, me he perdido la posibilidad de concurrir al Foro Local organizado por el Ayuntamiento de Madrid. En concreto, creo que me tocaba el Distrito Centro. Aunque estoy empadronado en Tarrasa (Barcelona), cumplo  los requisitos de la mayoría de edad y del desarrollo de “actividades educativas, culturales, comerciales, deportivas o cualesquiera otras que impliquen una vinculación demostrable con el distrito”. Por admiración y por costumbre, no soporto una visita a Madrid sin pasar por Gran Vía.

Edificio Carrión -o Capitol-. Fuente: Latitudes infinitas, un blog de viajes, para viajeros

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2.-El presente artículo ofrece muy poco espacio para comentar esta enciclopedia de  arquitectura que es la Gran Vía, que arranca en Alcalá hasta que se ofrece ella misma para descansar en Plaza de España y  acariciar a la Torre de Madrid y al Edificio España, justamente para integrarlos en sus perspectivas fabulosas.  Como digo, pues, no hay manera de resumir aquí las lecciones constructivas de esta franja de asfalto que, desde su mismo origen, renunció a la rectitud y se atrevió a jugar con cuestas y con tramos.

Es probable que los lectores tengan algún recuerdo o fotografía del edificio Carrión o Capitol (el de la Schewppes) –un prodigioso milagro Art-Décó de Feduchi y Gutiérrez Soto – o el rascacielos de Telefónica, producto norteamericano en su concepción y aquí ejecutado y matizado por Ignacio de Cárdenas. En fin, sería inacabable, aunque me van a permitir el capricho de destacarles el Café de San Luis  -el tradicional Hotel Senator-  no sólo por su elegancia suave, sino también por alguna misteriosa presencia machadiana, de la cual me informó cierto cronista.

Edificio del Café de San Luis o antiguo Hotel Senator. Fuente: ManuelBlas. Madrid.

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3.-Los proyectos para entregar la Gran Vía a los paseantes han sido abundantes en estos últimos lustros. Me viene a la memoria un dibujo sobrecargado de árboles, estanques y caminitos (creo que era de Oriol Arquitectura, SL). Por ahora, ya se ha iniciado una rudimentaria y provisional ampliación de aceras, que las gentes usan muy cautelosamente, como si no se lo acabasen de creer.

La Gran Vía, en un día experimental de cierre peatonal (Fuente: El Confidencial).

 

Parece que  se ha levantado cierta polémica ante la falta de información sobre la  solución final. He leído que ya se están encargando bancos para los peatones y cosas así. Mañana mismo llamo a mi amigo Miguel Jaenicke, del vivero de iniciativas ciudadanas, a ver si sabe algo.

Por mi parte, ya se trate de un uso total o parcial en favor de los que andan, propongo una superficie limpia, plana, sin mobiliario ni aditamentos (sólo los obligatorios semáforos y quizá las inevitables farolas). Recuerdo con admiración la reforma de la Rambla de Cataluña hace unos años, en Barcelona, que sugirió el patrón indicado y que fue un éxito (aunque luego, lamentablemente, empezaron a aparecer trastos por todas partes).

En fin, como aportación al expediente, les traigo una buena descripción de la Gran Vía de los años sesenta y setenta del siglo pasado, a través de la lupa de la literatura, en el Francisco Umbral de la Trilogía de Madrid (para los que tengan tiempo, no está nada mal el montaje que dejo al final, elaborado por Javier Di Granti bajo el título “El último crack”, en homenaje a José Luis Garci, aunque es verdad que no se limita a la Gran Vía). Añado mis negritas habituales en el texto de Umbral para subrayar ciertas manías:

       “Arroz a la cubana con plátano frito. Días, semanas, meses de arroz a la cubana con plátano frito, a eso sabía Madrid, a eso olía, a eso sabía la gloria, la fama, el cine, el periodismo, la mierda (los retretes de los restaurantes económicos estaban perfumados, por la cercanía de la cocina, de arroz a la cubana con plátano frito), y todos masticábamos el sabor de nuestro fracaso previo, de nuestra tristeza previa, de nuestro previo cansancio, masticando arroz a la cubana con plátano frito (quizá llevase asimismo un huevo pálido, pequeño, barato e insípido, a veces), y Madrid era la Babilonia del arroz a la cubana con plátano frito por las calles del Barco, Valverde, Luna, Madera, Ballesta, Peligros, a la sombra neoyorquizante de la Telefónica, de todos los edificios de la Gran Vía que empezaban ya a ser precatálogo y muy Chicago años veinte, y en cuyas traseras estábamos nosotros, los escritores noveles, los periodistas sin carnet ni escuela, los seminaristas de paisano que habían venido a Madrid para una operación y se habían quedado, los maestros nacionales que habían venido para unas oposiciones, los habían suspendido y también se habían quedado, los cubanitos/gusanitos que llegaban huyendo a nado de la revolución de Fidel, recientita nomás, y que vivían a la sombra clemente del mulato Gastón Baquero y de los comedores de Auxilio Social (que no se abrían desde la posguerra, y ahora les daban a los gusanitos un potaje recalentado de entonces, un rancho fascista de antaño), y el día de la semana que no abría Auxilio Social, allí estaban los cubanitos, en el forro urbano/suburbano de la ciudad, comiendo arroz a la cubana con plátano frito, que a lo mejor el plato lo habían traído ellos, por el nombre mismo, y la Gran Vía, perfumada de puta y Guadarrama, tenía un revés hediondo de arroz a la cubana y dulzarrón plátano frito.

Pero en la subida de la Gran Vía, a mano derecha, estaban Miguel Mihura y Edgar Neville, en Chicote, escribiendo sus cosas a la hora en que aún no habían llegado las putas del vermú, que eran las que trasnochaban de día, como hubiera dicho Quevedo, y más adelante, encima de Espasa-Calpe, estaba Concha Lagos, una poetisa cursi que daba de merendar a los líricos de juegos florales los miércoles por la tarde (café y pastas, copita de ojén), haciendo sus poemas de enferma, hablando de Anselmo Miguel Nieto, que la había pintado cuando los dos eran jóvenes, y concursando a todos los premios nacionales José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco, como una Gabriela Mistral teñida, anabolena y sin talento.

Y subiendo un poco más, a mano derecha, estaba la redacción de La Codorniz, con Chumy Chúmez y Herreros haciendo su humor de un surrealismo mesetario e inspirado, y por todas las cafeterías con nombre de rancho americano estaban los guionistas de cine escribiendo sus guiones, y en la calle de Jacometrezo estaba don Ángel Ganivet escribiendo su Idearium, entre la sífilis, el latín, el patriotismo granadí, el granadismo patriótico, las mulatas y el suicidio, y ya al final de la Gran Vía, o sea al otro lado, en la plaza de España, en la Torre de Madrid, estaba Luis Buñuel escribiendo el guión de Viridiana, tuerto, ciego, genial y bruto, o sea que la Gran Vía era para mí como el rascacielos de la literatura, y por eso me gustaba pasear un poco la Gran Vía, por eso y por ventilar el olor de arroz a la cubana con plátano frito, qué asco.”

 

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De ruta por los pueblos racionalistas de España (EDUARDO MERLO)

A raíz de una recomendación de los Diarios de Arcadi Espada, me encuentro con este artículo de Eduardo MERLO publicado en Architectural Digest el 16 de agosto de este año.  Lo cierto es que me interesa mucho todo lo ocurrido en el campo urbanístico y arquitectónico de la época -los años 1940-1960-, las primeras luces de un país devastado. En Cataluña, por cierto, se dan en esa época interesantes muestras del denominado «Movimiento Moderno» en la arquitectura. Recordemos, en fin, que -desde el punto de vista legal- en esos años se fragua la primera Ley del Suelo en España, de la cual todavía vivimos en gran parte. Por otra parte, es cierto que estoy fascinado por la obra del fotógrafo Joaquín del Palacio, «Kindel». Pero esto ya es otra historia. Les dejo, pues, con el artículo de Eduardo Merlo y les recuerdo la conveniencia de echar un vistazo a las fotografías que se incluyen al final.

«De ruta por los pueblos racionalistas de España

 

Entre los años 40 y 70, un nutrido grupo de arquitectos levantó a golpe de racionalismo 300 pueblos de colonización en España. Una utopía que aún puede visitarse. Volvemos al pueblo (moderno).

POR EDUARDO MERLO,

16-08-2017

…      1.-La Guerra Civil acababa de terminar, la dictadura había dejado sumida a España en el más profundo aislamiento internacional y el campo estaba tan devastado que era incapaz de abastecer a la población de las ciudades. Este desolador contexto fue el caldo de cultivo perfecto para que fructificara el Instituto Nacional de Colonización, un organismo de base autárquica creado en 1939 para reorganizar el sector agrícola. La idea partía de un ambicioso programa inconcluso de la II República que ya contemplaba construir nuevas infraestructuras hidráulicas y multitud de pueblos para labradores.

Contaron para ello con casi 80 arquitectos, entre ellos profesionales tan destacados como Alejandro de la Sota (autor de joyas como el gimnasio del Colegio Maravillas o la recientemente desaparecida Casa Guzmán, en Algete), Carlos Arniches (Hipódromo de La Zarzuela), José Antonio Corrales (Casa Huarte, en Madrid) o José Luis Fernández del Amo (Club Naútico de Campoamor, Alicante), que planificaron y ejecutaron, desde la máxima intelectualidad, toda una red de núcleos urbanos que por su modernidad contrastaban con la ortodoxia herreriana imperante en las edificaciones de la capital. De Navarra a Cádiz y de Badajoz a Almería, estos proyectistas colonizaron el país con 300 villas en las que, a pesar de la escasez de medios, gozaron de cierta libertad.

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2.-A golpe de ingenio apostaron por soluciones sencillas basadas en la repetición de módulos cúbicos (generalmente blancos, aunque no siempre) y por audaces estructuras de una belleza plástica casi escultórica. En esta especie de grandes cortijadas orgánicas y, a veces, abstractas, se primaban los materiales y la mano de obra locales, dando especial importancia a la vida comunal de sus habitantes con abundantes plazoletas, paseos y locales sociales.

Diseñados hasta el detalle (desde sus fachadas hasta las rejas, fuentes, farolas o bancos) fueron un laboratorio urbanístico de primer orden que involucró por igual a artesanos y artistas. Sin ir más lejos, Fernández del Amo, autor, entre otros, de El Realengo (Alicante, 1953), Villalba de Calatrava (Ciudad Real, 1955) o Cañada de Agra (Albacete, 1962), recurrió con frecuencia a pintores y escultores coetáneos como Rafael Canogar del grupo El Paso para dignificar las iglesias desde las que partían sus trazados.

La calidad de proyectos como el pueblo de Vegaviana (Cáceres, 1954) le valió, en 1961, la Medalla de Oro de la VII Bienal de São Paulo. El propio Oscar Niemeyer, que presidía el jurado, destacaría entonces “la cualidad humana, plástica y social de esta arquitectura, que partiendo del hombre sirve para su plena realización”. El fotógrafo Joaquín del Palacio «Kindel»(1905-1989) recogió por aquellos entonces la belleza de muchos de estos asentamientos. Testigo de su vida cotidiana es la rica colección de imágenes del madrileño entre las que se encuentran algunos de los iconos de la fotografía arquitectónica contemporánea.

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3.-A pesar de que muchas de estas villas de corte racionalista languidecen abandonadas o han sido devoradas por la especulación inmobiliaria, véanse La Vereda (Sevilla, 1963) o San Isidro de Albatera (Alicante, 1953), otras tantas como Consolación (Ciudad Real, 1949), que a pesar de estar junto a la Autovía de Andalucía permanece casi inalterada en el tiempo, siguen estando habitadas y mantienen ese espíritu utópico con el que fueron creadas. Una buena guía para conocer de cerca estas joyas son los Itinerarios de arquitectura 3, 4 y 5 “Pueblos de colonización” de la Fundación Arquitectura Contemporánea. Sus humildes calles nos transportarán a una época en la que un grupo de arquitectos idealistas supo abrirse, teniéndolo todo en contra, a las últimas vanguardias para llenar de actualidad la España más profunda.

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[ANEXO] RUTA POPULAR
Vegaviana (Cáceres):
 El mejor ejemplo del organicismo español. 
El Realengo (Alicante): 
Su iglesia aún mantiene la pureza y simplicidad.
Cañada de Agra (Albacete): Un exquisito conjunto de ladrillo con vocación humanística. 
Esquivel (Sevilla):
 De la Sota reinventa el estilo andaluz con grandes dosis de geometría.
Vados de Torralba (Jaén): Composición abstracta muy bella de Víctor López (1956).

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SAN ISIDRO DE ALBATERA (ALICANTE, 1953) DE FERNÁNDEZ DEL AMO.FOTO KINDEL. ARCHIVO HISTÓRICO COAM
FACHADA DE ESQUIVEL (SEVILLA, 1952) DE ALEJANDRO DE LA SOTA. FOTO FUNDACIÓN ALEJANDRO DE LA SOTA
EL REALENGO (ALICANTE, 1953), TAMBIÉN DE FERNÁNDEZ DE AMO.FOTO KINDEL. LEGADO FERNÁNDEZ DEL AMO. ARCHIVO HISTÓRICO COAM
DETALLE DE UNA VENTANA DE SAN GIL (CÁCERES, 1965) DE FRANCISCO MORENO LÓPEZ. FOTO FUNDACIÓN ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA
IGLESIA DE EL REALENGO (ALICANTE, 1953), TAMBIÉN DE FERNÁNDEZ DEL AMO.FOTO KINDEL. LEGADO FERNÁNDEZ DEL AMO. ARCHIVO HISTÓRICO COAM
COLEGIO PÚBLICO ‘MARÍA DE LOS ÁNGELES BALLESTEROS’, EN VEGAVIANA (CÁCERES, 1954) DE FERNÁNDEZ DEL AMO. FOTO KINDEL. LEGADO FERNÁNDEZ DEL AMO. ARCHIVO HISTÓRICO COAM
ISTA GENERAL DE VEGAVIANA (CÁCERES, 1954) DE JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ DEL AMO. FOTO KINDEL. LEGADO FERNÁNDEZ DEL AMO. ARCHIVO HISTÓRICO COAM
CONSOLACIÓN (ANTES VILLANUEVA DE FRANCO, CIUDAD REAL, 1949) DE ARTURO ROLDÁN. FOTO GETTY IMAGES
OTRA IMAGEN DE CONSOLACIÓN.FOTO MELCHOR DÍAZ-PINÉS
NUEVO AMATOS (SALAMANCA, 1963) DE SANTIAGO GARCÍA. FOTO FUNDACIÓN ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA

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Ablandar la vivienda

1.-Se empieza a hablar ya de las transformaciones económicas que se derivarán de la previsible generalización de los automóviles sin conductor. Es probable, según los gurús, que el mismo concepto de coche en propiedad sea sustituido por el acceso a flotas de vehículos más o menos extensas. Incluso, leía el otro día por ahí que los problemas y conflictos asociados a la necesidad de aparcar se evaporarían.

Ahora bien, mientras llega ese futuro luminoso sin carnet de conducción ni examinadores adustos, es presumible que los autos entren en un período de reducción de costes y precios. La mejora de los materiales, la automatización de la fabricación (ya muy avanzada)  y el perfeccionamiento del motor eléctrico parecen ir en esa dirección. De hecho, tal ha sido la tendencia de cualquier artefacto de uso masivo –aumento de prestaciones y reducción del precio- y lo mismo va a ocurrir con los utilitarios (ya pasó la época dorada de los oligopolios de Detroit). Otra cosa es, no obstante, que los individuos y las familias vuelquen un mayor porcentaje de gasto en transporte ante la alegría de los nuevos juguetes. De hecho, éste parece haber sido el efecto de ciertos abaratamientos, como los derivados de los viajes aéreos de bajo precio o de la tentación de vivir más lejos del centro urbano.

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2.-Cambiando de tercio, el precio de la vivienda muestra una mayor resistencia, que sólo se afloja en situaciones de recesión y siempre de manera muy selectiva. En efecto, parece que aquí pesa mucho menos el factor tecnológico, el procedimiento para construir los hogares. Sin embargo, se observan dos intensas líneas de ataque que ya van dando sus frutos. Podríamos bautizarlas un poco caprichosamente como “doctrina de la eficiencia” y, en el otro lado, como “los arrabales alternativos”.

La “doctrina de la eficiencia” pone sobre el tapete el avance técnico innegable en la prefabricación de las piezas y en su transporte y fijación al terreno. De hecho, la prefabricación de piezas y materiales que se incorporan a la obra no ha cesado de crecer. Se trataría, simplemente, de apurar al máximo la robotización que se nos viene encima. Baste como ejemplo esta referencia de la prestigiosa  web Plataforma Arquitectura: “Cinco proyectos que muestran el potencial de la prefabricación” (abril, 2017).

«Studio Madalena», de Apiacás Arquitetos (Brasil). Fuente: Plataforma Arquitectura. Fotografía de Leonardo Finotti.

Obsérvese que no se trata del mobile home, tan consolidado en ciertas culturas –como la norteamericana-, pero con un claro rechazo cultural en el área europea. La vivienda se fija al lugar y se ha elaborado ya una reflexión seria sobre la cimentación de estas arquitecturas. Quizá la optimización de estos bloques permita ejecutar en el futuro aquel apunte genial de Coderch con viviendas que reducían sus módulos-habitaciones (y los cedían incluso a los vecinos) a medida que los años nos iban pidiendo menos espacio, con menos críos y menos gente rondando por la casa…

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3.-Los arrabales alternativos” se rigen por parámetros diferentes. De hecho, creo que se matiza el concepto cultural de  vivienda individual. Por tanto, se trabaja tanto a nivel de espacio público como de alojamiento. En el primer caso, se prima la creatividad, la participación del común, la sencillez y el uso colectivo efectivo, en contraposición al macroproyecto elitista, complejo y oneroso. Se habla, incluso, de un “urbanismo del mientras tanto” (mientras se disuelve la última de las cíclicas crisis) y de un “urbanismo afectivo”, tal como nos explicaba hace poco el amigo Miguel Jaenicke,  arquitecto del “Vivero de Iniciativas Ciudadanas”, en su sesión del Urban Thinkers Campus, en Madrid (11 de julio, 2017).

Proyecto de vivienda modular con materiales reciclados y de bajo coste, dibujado por Santiago Cirugeda. Fuente: Opchitecture.

La vivienda es, para esta corriente, un asunto más delicado. Quizá porque se toca el hígado de las creencias profundas. Lo decía el incisivo crítico de la arquitectura Martín Pawley:

       “Cuál es la diferencia entre 100 hogares móviles y un edificio de apartamentos de 3000 m2? La diferencia es la aceptación cultural” [1].

Se trata, en síntesis, de hallar nuevas fórmulas jurídicas y técnicas para hacer asequible la  compra de un hogar. En el primer caso, jugando con los vacíos legales o proponiendo, por ejemplo, nuevos contratos de uso compartido,  ya sea a tiempo total o parcial. Se observa ahí una zona de contacto –y quizá de fricción- con la denominada economía colaborativa. A nivel técnico, también se levanta el patrón de la simplicidad y del reciclaje, aunque intentando sacudirse el viejo fantasma de la autoconstrucción triste. El ejemplo en este terreno sería el innovador Santiago Cirugeda. Nos remitimos a un artículo que resume y da cuenta de sus planteamientos: “Temporary occupation of empty lots” (de Alberto Sáenz).

Metafóricamente, quizá se trataría de aplicar a la solidez de precios de la vivienda la atmósfera de la sociedad líquida. Ya sé que esto da un poco de vértigo, pero también entusiasmará a algún nómada de corazón.

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[1] PAWLEY, M.: 20 th century architecture: a reader’s guide, Architectural Press, Oxford, 2000, pp.134-135.

Mi calle

 

1.-Como mis abundantes lectores saben, me hallo embarcado en un magno proyecto de reivindicación y lustre del urbanismo y la arquitectura españolas de los últimos treinta años (o quizás un poco más). Para esta desmesurada tarea se precisan materiales de todo tipo e incluso he recuperado algunos cascotes en varias escombreras del pensamiento. Tengo hoy a la vista un buen hallazgo. Aunque es un punto antiguo para nuestra reconstrucción -data del año 1968- la calidad de  la pieza justifica su empleo en este cuaderno. Se trata de la canción «Mi calle«, del magnífico grupo de rock Lone Star (no he querido usar el adjetivo «mítico», ya que todos los especialistas insisten en él). Loquillo le dedicó, por cierto,  una magnífica versión.  Por otra parte, Lone Star ya había tratado la cuestión de la marginación -que aparece en Mi calle– en la primera versión en castellano de La casa del sol naciente.

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...2.-Aquí está la letra de la canción:

Vivo en un lugar donde no llega la luz
niños se ven que van descalzos sin salud.

Por la estrecha calle, algún carro viene y va
y cuando llueve nadie puede caminar.

Mi calle tiene un oscuro bar, húmedas paredes
pero sé que alguna vez cambiará mi suerte.
Nananana nananá nanana…

Doy mi dirección al que brindo mi amistad
más al saberla no me quieren visitar.

Pero alguna vez, siempre por casualidad,
he visto amigos con mujeres en el bar.

Mi calle tiene un oscuro bar, húmedas paredes
pero sé que alguna vez cambiará mi suerte.

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3.-Según parece, la canción se sitúa en el antiguo «Barrio chino» de Barcelona. Aunque las condiciones no son del todo fáciles en esa zona de la ciudad, el progreso logrado es evidente. Ya sé que muchos prefieren la mugre de las viejas tabernas y el  manoseado»encanto» (?) prostibulario. Pero personalmente me quedo con las infatigables  brigadas de limpieza municipal, la penetración a través de impactantes edificios culturales o de otros servicios,  una mayor seguridad (con la aparición de nuevos problemas, es cierto) y, en definitiva, con todas las bendiciones que vienen de una apreciable «gentrificación«, aunque con impulso todavía insuficiente. El contraste es abrumadoramente favorable al presente.

Interesante, por cierto, la estrofa final, donde el protagonista se propone cambiar su suerte. Aunque a menudo pensamos que las grandes organizaciones -públicas y privadas- son las que crean la forma de la ciudad, el impulso autónomo de las decisiones de individuos y familias suele ser una fuerza determinante.

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Giacomo Alessandro

1.-En la bruma mental del primer café y del periódico rutinario, me llega, como un zarpazo, la noticia de la muerte de Giacomo Alessandro, creador de la página de Facebook “Barcelona desapareguda” (“Barcelona desaparecida”). Ya conocen los lectores mi moroso manejo de las fuentes digitales, pero debo reconocer que en alguna ocasión incluso colaboré con algún comentario.

2.-También cabría decir que ya existen muchas páginas de fotografía antigua. Sin embargo, lo cierto es que Giacomo se ganó un lugar propio por dos razones. En primer lugar, por la hábil selección de las fotografías. No era sólo una cuestión de calidad, sino de elegir las que mostraran el pulso de la ciudad en un concreto momento pasado. Esto se certificaba animando a los lectores a colaborar y a intervenir  valorando aquel lugar,   precisando sus recuerdos y su evolución. Incluso se advierte en su página, por ejemplo, la colaboración del Instituto d’Estudios Fotográficos de Cataluña (me he enterado ahora de que  se había relacionado incluso con algunos museos de la ciudad). Se notaba en muchos casos su conocimiento y sensibilidad en el campo de la arquitectura.

3.-En segundo lugar, al lado del aspecto arquitectónico o urbanístico, le interesaba la aparición de personajes especiales o de ciertos hábitos ciudadanos. Así, me parecieron siempre interesantísimas las fotos de los soldados de la Sexta Flota norteamericana, cuyo pacífico desembarco en Barcelona generaba un impacto fundamental en la vida ciudadana ( y que aún recuerdo de cuando era un crío). En la misma línea, estoy viendo ahora la foto del incendio del Scala, un local fundamental para la intrahistoria barcelonesa.

Foto: N.R. Farbman? .Incluida en el catálogo de «Barcelona desapareguda».

 

(Foto Kimpol/bcn: incluida en el catálogo de «Barcelona desapareguda»).

 

El éxito de Giacomo provocó incluso el nacimiento de imitadores baratos, que piensan que juntando un par de fotos de hace cuarenta años ya está hecha toda la reflexión. Por otra parte, en fin, he oído que se está preparando un libro con la selección de sus mejores hallazgos.

Como es sabido, el pasado es una imagen que cambia cada día, en la vida de cada uno y en la vida colectiva. Otra vez más, la mano de la muerte hiela nuestra permanente reconstrucción. Pero sólo será un momento, ya que la semilla de Giacomo ha hecho nacer una legión de archiveros del daguerrotipo y del corazón.

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Arquitectos por esos mundos de Dios (y II).

1.-La exposición repara, por cierto, en la peculiar política inmobiliaria de Zara. El redactor se atreve incluso a afirmar que la publicidad suprema de dicha empresa radica en su brillante presencia física: es bien sabido que, en incontables capitales del orbe, aparece siempre su amplia tienda justo en el cogollo urbano.

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2.-En definitiva, estamos ante un fenómeno peculiar. El expositor apunta que no es algo nuevo e incluso intenta un enlace con García de Padilla, que construyó la catedral primada de América, en Santo Domingo (primer lugar donde reposaron los restos de Colón).  Ahora bien, la acumulación de potencia industrial, empresarial y creadora en estos últimos veinte o treinta años es una estricta novedad, al menos para la época moderna y contemporánea (con algunas excepciones, pero realmente aisladas o episódicas).

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3.-Respecto a la muestra en sí, el planteamiento es correcto y el mensaje se capta bien, pero hay demasiada letra (inadecuada para este género) y se echa en falta un tratamiento gráfico más atrevido y, por tanto, con mayor concordancia con la riada de ingenio que se quiere describir.

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Arquitectos por esos mundos de Dios (I)

1.-Uno de los tópicos más ridículos de estos últimos años ha sido la crítica –demagógica y sin matices- a la “burbuja inmobiliaria”. Comentábamos el otro día con los alumnos de Empresa y Derecho que un fruto palpable de aquella época ha consistido en la eclosión de una edad de oro de la arquitectura y la ingeniería españolas.  Incluso puede afirmarse sin exageración que han nacido unos auténticos “campeones nacionales” –según la vieja expresión francesa- y que, además, compiten en primera línea para obtener los grandes proyectos mundiales.

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2.-Por una carambola no premeditada, me perdí por la exposición “Export. Arquitectura española en el extranjero” (Fundación ICO, Madrid, primavera 2015).  En ella, justamente, se apoya la misma tesis que hace un momento he defendido. Pero, además, se abre el abanico operativo de esta arquitectura.

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   3.-En efecto, no estamos ante un fenómeno simplemente empresarial, sino que el impulso cubre, por ejemplo, la carrera de nuestros arquitectos en sus exilios profesionales de ida y vuelta (y otra vez de ida y de nuevo vuelta, porque el mundo es así y, para el arquitecto, todavía más). Pero existen otros casos meritorios que podrían amargar el día a cualquiera de los pesimistas que nos rodean. Por ejemplo, la nota positiva que recibe la formación universitaria en estos ámbitos (aunque un poco caótica, según se nos dice), el uso puntero en ciertos estudios de profesionales de las técnicas informáticas, la presencia masiva de estos especialistas en obras de mejora de viviendas e infraestructura en los países en desarrollo, algunos avances que pasarían desapercibidos para el gran público –como los que se registran en arquitectura deportiva– pero no para los expertos, la reorientación e incluso el exitoso reciclaje de muchos licenciados hacia el diseño o las artes decorativas o la reflexión crítica (porque el trabajo es escaso) y, por acabar de una vez, el indiscutible nivel internacional de las publicaciones del sector (con una buena legión que ya acompaña a la mítica Arquitectura Viva).

But not only giants.
But not only giants.

 

 

 

 

 

 

 

 

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