Tercer volumen de «Los enemigos del comercio. Una historia moral de la propiedad. III»

1.-Uno de los acontecimientos editoriales de los últimos meses ha sido la publicación del tercer volumen de Los enemigos del comercio, de A. Escohotado. Ya habíamos comentado en este cuaderno en alguna ocasión ciertas reflexiones de los dos primeros volúmenes. El tercero es una auténtica culminación. Ocupa ahora un lugar fundamental la gestación, triunfo y evolución de la revolución bolchevique. Sigue luego con Trotsky y con la configuración del mensaje de los enemigos del comercio a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

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2.-Como ya ocurría en las dos primeras entregas, impresiona el acopio de datos y el encaje de cada uno de los autores en su contexto vital y cultural. Una de las claves de la época examinada consiste en el cambio introducido por los “nuevos rebeldes” de los sesenta del siglo XX, que “dejaron de creer en lo primordialmente mortífero –que el bien común pasa por alguna depuración masiva- y alternan la causa de los derechos civiles con marginarse (dropping out) del Sistema esquivando el consumo estándar, en un ejercicio de imaginación libertaria personal que exacerba el desprestigio del modelo soviético”.  La épica de la Restitución, por tanto, aplaza –al menos, por un tiempo- el llamamiento a la guerra civil.

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3.-El final del libro es, sencillamente, espectacular. Se anuda en él la vieja idea de impureza del mundo y del intercambio mercantil –ya planteado por la secta ebionita cristiana (véase aquí ***)- con la evolución de la práctica y del ideal comunista en sus diferentes versiones:

       “No obstante,  ninguna licencia puede compararse en repercusiones políticas y económicas con la de identificar riqueza e impureza, transformando el usus aureum en crimen de usura y la moneda en instrumento diabólico, algo que informa tanto las abluciones del esenio como las maldiciones del Apocalipsis. Los husitas se purificaban enterrando al enemigo que portara oro o plata en sus armaduras, dejando insepulto al cubierto de hierro o cuero, pues temían incomparablemente más la pestilencia del metal precioso que la orgánica, y hubo ocasión de precisar en detalle hasta qué punto esa podredumbre informa desde Marx cualquier objeto sujeto a precio.

Entre tantos otros escritores del siglo XX, Benjamin, Sartre, Adorno y Debord postularon la ecuación mercancía=no vida, esforzándose por destruir el valor de cambio con actitudes que aunaron la nostalgia del juguete infantil con el recurso a la dinamita, a despecho de que tanto ellos como Blanqui y Marx vivieran inmersos en un universo de manufacturas, impensables sin mediar compraventas cargadas de impureza. Reconociendo el logro cultural implicado en aclimatar ese anacronismo –un lingüista lo llamaría metonimia, pues monta un significado sobre otro-, resta por ver cómo la pureza en sentido figurado convive con la sociedad en red del conocimiento, o hasta influye de nuevo con fuerza en el curso de las cosas. La operación que identifica el desahogo con el hurto, y el fruto de los negocios como “ingreso no ganado”, descansa en un desplazamiento del míasma orgánico a personas, que por no haber nacido en un hogar proletario emponzoñan el resto, queriéndolo o no, y esto es lo que una y otra vez reaparece como fundamento de los genocidios y persecuciones bolcheviques, pórtico de la era totalitaria. Solo el descontaminado por abrazar la causa comunista no sería contagioso como la peste o el tifus”.

 …      En fin, un libro fundamental, especialmente en estos tiempos de resurrección de Diocleciano y su Edicto sobre Precios Máximos (del año 301).

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Contra los bancos y contra las cajas de ahorros.

…   1.-Para complicar la vida a mis alumnos y compensar así la derogación de la reválida  que sufrían sus hermanos menores, decidí explicar las limitaciones administrativas al ejercicio de los derechos –la tradicional actividad de policía- esquivando las grandes construcciones teóricas y examinando supuestos concretos y visibles. Las normas urbanísticas de los planes de urbanismo ofrecen ejemplos abundantes, especialmente cuando pellizcan, modulan, acorralan o cincelan la praxis real de los derechos de propiedad y de libertad de empresa.

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2.-Un alumno avispado y siempre inquieto (no creo que calle bajo el agua) decidió ver qué hallaba en las vigentes Normas Urbanísticas del Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) de Granollers. Localizó en el art. 143 una bella presa que él, respetuosamente, expuso ante sus compañeros e incluso justificó teniendo en cuenta la realidad concreta  de las zonas afectadas (que él conocía).

Este artículo se refiere a las restricciones para ciertas clases de oficinas, teniendo en cuenta “su excesiva proliferación actual dentro de estos ámbitos, o bien el interés en mantener las actuales características” (art. 143.1). Se precisa después el ámbito de la prohibición, que alcanza a las parcelas con una determinada calificación (que puede aparecer, según creo, en toda la ciudad) y, especialmente, para una calle concreta y específica: “la antigua carretera en el tramo comprendido entre la plaza de la Corona y la calle Torras i Bages” (art. 143.2). En esta vía, por tanto, no cabe la instalación de “algunos tipos de oficinas” (art. 143.1).

Pero ¿cuáles son las oficinas prohibidas?  Nos lo responde el art. 143.3: “La restricción alcanza el uso de oficinas en el caso concreto de las actividades correspondientes a Bancos, Cajas de Ahorro y otras Entidades Financieras”.  Vaya, vaya, sería interesante saber si, por ejemplo, también están afectadas las oficinas de las entidades aseguradoras (o del simple agent d’assegurances, tan popular). Se supone que sí entran en la prohibición las actividades de crédito rápido, aunque se salvarían por los pelos las de compra y venta de oro, por ejemplo.

Le estábamos dando vueltas a la proscripción cuando alguien planteó la posible presencia de algún motivo ambiental o de molestias al vecindario. No parece justificable, ya que estas oficinas dañan a veces al bolsillo, pero se comportan bastante bien con la atmósfera y suelen ser silenciosos y bien perfumados los apuestos muchachos y muchachas que en ellas laboran. Por otra parte, está claro que al planificador le importa poco  esta cuestión, ya que rompe una regla tradicional en estos casos, pensada precisamente para no fastidiar a los vecinos. Así, el art. 143. 4 dispone que:

      “4. La restricción se concreta en la prohibición de la nueva implantación de estas actividades en las plantas bajas, admitiéndolas en las plantas piso de los edificios”.

…   ¡Pues qué gracia! Te van a meter la oficina en el primero primera o en el tercero cuarta, con lo razonable que parecía abrirlas a ras de suelo. Ya estoy pensando en la reunión de la comunidad de propietarios del inmueble y en la áspera y vehemente intervención de la enfadada sra. Pepeta, quejándose del ruido que hacen los alegres y honrados jubilados, especialmente alrededor del treinta de cada mes.

Para no excitar los instintos de los depredadores servicios jurídicos de los bancos, el art. 143.6 le quita algo de hierro retroactivo a la prohibición, y afirma que se excluyen del veto las “ampliaciones o nuevas implantaciones para las cuales la entidad correspondiente pueda demostrar que dispone de locales adquiridos para esta finalidad con anterioridad a la fecha de la aprobación inicial del POUM”.

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3.-En  resumen, pues, que al planificador le disgustaba tanta caja de ahorros acumulada en la misma calle. Desde luego, no le parece necesaria ninguna justificación. No es una regulación estética o cultural ni de medio ambiente ni de seguridad ciudadana (aunque los cacos tenían, eso sí, un mercado amplísimo en unos pocos centenares de metros). Tampoco  parece aludirse a la restricción pacata por motivos económicos; esto es, la vieja idea –tan  odiada por el vigente Derecho comunitario- de que deben imponerse límites de entrada cuando la autoridad detecta un exceso de oferta.

…   No, no hay nada de eso, no hay ninguna “razón imperiosa de interés general”, según  el vocabulario de la Directiva de Servicios y del Tribunal Justicia de la Unión Europea. Simplemente, que el planificador pensó lo siguiente: “aquí hay demasiadas oficinas bancarias”. Y se acabó.

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Del comercio como suciedad (y II).

      1.-La tradición supone que Juan el Bautista fue educado por esenios y, de hecho, parece que vivió como un ermitaño “cubierto  por una piel de camello y alimentándose de saltamontes con piel silvestre”. La corriente esenia dará pie al grupo de los nazarenos –pastoreados por Jesús- y  al de los ebionitas.  Ambos muestran algunas diferencias en la manera de comportarse.  Así, por ejemplo, no destacaba el grupo de Jesús por su insistencia en las mortificaciones corporales o el rigor ascético, pues abundaban las  mujeres entre los seguidores –con el  famoso caso de María Magdalena, defendida gallardamente por Cristo- y celebraban con comida abundante y vino sus fiestas. Sin embargo, sí coincidían nazarenos y ebionitas en el “rechazo incondicional de la propiedad privada, y en particular del comercio como oficio”.

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      2.-El contraste del programa pobrista con el homo economicus  de la modernidad es radical. En primer lugar, con respecto a la actividad en sí misma, puesto que el quehacer comercial es el único que desata una pasión de latigazos y empellones en el pacífico Jesús. La teología posterior intentará suavizar la radicalidad del expediente acudiendo a la conveniente separación entre el templo y las mesas de los cambistas y vendedores.

     En segundo lugar, también se condena el producto de la labor.  Esto es, la riqueza. Sabido es que los ricos no pueden entrar en el Reino de los Cielos, salvo que un camello pase por el ojo de una aguja. El mérito de los “pobres de espíritu, humildes, afligidos y sedientos de justicia” es, justamente, no tener mérito.

  …    En tercer lugar, en fin, la actitud ebionita esencial es la imprevisión. Es conocido que la comida, la bebida o el vestido son cosas que preocupan a los gentiles. El paradigma son los lirios del campo y su glorioso adorno, que no necesitó ningún plan ni preocupación previa.

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     3.-Las primeras comunas cristianas cumplen la regla de la desposesión individual y constitución de una bolsa colectiva. Los problemas empiezan cuando el inminente apocalipsis no acaba de llegar. Es cierto que no se criticó la acumulación de dinero por parte del César (“Dad al César…”). Pero luego se da un paso más y es la misma Iglesia la que empieza a atesorar bienes, en un proceso creciente de difícil  justificación doctrinal. En todo este camino, la mentalidad esenia contribuyó a la descomposición del orden económico romano y al empobrecimiento general. La tarea mercantil fue abandonada y se refugió en traficantes y caravaneros, burgos mercantiles o pequeños comerciantes que disfrutaban de una existencia algo mejor que la de los campesinos-siervos.

      La pulsión esenia se mantuvo viva a lo largo de la historia pero, cuando  ya atravesaba su peor momento, fue recuperada por el comunismo, aunque es  verdad que  algunas versiones del socialismo ensayaron  ciertas formas de compromiso con la propiedad privada, la libre compraventa y la riqueza individual. Se perciben perfectamente las huellas ebonitas en instituciones acomplejadas como la función social de la propiedad y, también, en la insólita y reciente  retórica  papal.

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Del comercio como suciedad (I)

      1.-Antonio Escohotado ha publicado en estos últimos años dos gruesos volúmenes de su trascendental estudio Los enemigos del comercio. El primer libro se subtitula Historia de las ideas sobre la propiedad privada y el segundo Una historia moral de la propiedad. No es un texto fácil pero, una vez se acopla uno al ritmo zigzagueante y compulsivamente irónico del autor, la diversión está asegurada. Hay algunos que creen que la propiedad privada y el libre comercio han sido la regla habitual y prevalente en la historia occidental. Este libro les sacará del error. Y no lo ha sido –entre otras razones- porque la doble pinza doctrinal del cristianismo y del socialismo –en sus diferentes versiones- han disfrutado de una mejor posición en el campo de la ideología, en las mentalidades de los individuos y en los programas del poder establecido.

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…      2.-Quiero anotar hoy, simplemente, algunas reflexiones del primer libro, que empieza en Grecia y Roma –que no discuten  la propiedad privada- y se desliza luego por el análisis del cristianismo, que nace pobrista y que empieza a dejar de serlo gracias a la irrupción de protestantes y puritanos, principalmente en el centro de Europa y ya en el adiós a la Edad Media.

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…      3.-Escohotado sitúa los enemigos originales del comercio en la hermandad esenia, una “escuela de vida” entre las diversas que operaban  en el mundo judío justo en el momento del nacimiento de Cristo. De los esenios tomará luego el cristianismo ideas como la institución bautismal, los ángeles y otros “seres intermedios”, la limitación del contacto sexual entre esposos a fines  de procreación y, por supuesto, el bloque de ideas sociales relativas al reparto de las propiedades y el repudio de la actividad mercantil y de las transacciones económicas.

 

…      Un elemento llamativo de esta secta pobrista es lo que Escohotado llama el “elemento fóbico”. Es decir, una obsesión por la pureza “que les llevaría a vivir aislados del resto, y a combinar su igualdad económica con un tabú de contacto como el vigente entre castas”. Así, los esenios más santos no podían rozarse con los menos santos y las abluciones eran una práctica reiterada. Me gustaría plantear aquí la hipótesis de que quizás el comercio y la compraventa –que implican contacto con el mundo- serían para ellos la suprema manifestación de suciedad. Como veremos mañana, el elemento fóbico y aislacionista no pasó directamente al cristianismo, aunque sí la equiparación del comerciante con la quintaesencia del pecador.

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