En sus orígenes, la universidad era, sobre todo, la fundación de una tradición. Los nuevos aprendían de los más antiguos y, llegado el momento, se atrevían a desafiarlos. Se trataba de criar cuervos con método para que sacaran los ojos de una forma civilizada. Esto es, usando la razón y también el agradecimiento por haber caminado a hombros de gigantes.
Por eso hemos impuesto en nuestros cursos la regla de que uno o más alumnos del año anterior expliquen el primer día a sus compañeros cómo fue el curso precedente con ese profesor y esa asignatura. Por supuesto, todo esto se hace a puerta cerrada –como es propio de una auténtica clase- y con el docente fuera y esperando tranquilamente en la cafetería. Bastan quince o veinte minutos. Esto es más que suficiente para que se desgranen informaciones diversas, consejos, trucos, advertencias y críticas. También, claro, para que se ablanden imágenes monstruosas sobre implacables calificaciones (hay que tener en cuenta que los exámenes son orales, según norma ya consolidada).
Evidentemente, cada año traerá novedades y el ritmo del tiempo se impondrá sobre los proyectos iniciales. Sería horrible un curso que respetara el programa al cien por cien, sin permitirse una sorpresa, un desliz o un descubrimiento. Pero la lección de los veteranos asegura la continuidad institucional.
Aunque nos aguarda una exigente exégesis normativa, tengo la esperanza de que hoy vamos a ser menos rutinarios, ya que nos adentramos en el mundo del espectáculo y del glamour. Nada menos que el Real Decreto-Ley 1/2023, de 10 de enero, de medidas urgentes en materia de incentivos a la contratación laboral y mejora de la protección social de las personas artistas (BOE núm. 9 de 11 de enero). Un Decreto-Ley, por cierto, que ha generado una cierta perplejidad, ya que no se sabe muy bien por qué se subrayaba con normas singulares la relación especial de los artistas, mientras que otros trabajadores también bajo relación laboral especial no disfrutaban de mención individualizada. De todos modos, ya aviso que el Decreto-Ley no es jauja y que las disposiciones exclusivas para los artistas se van encontrando aquí y acullá, espigando artículos con la ayuda del buscador informático. Un Decreto-ley, pues, con bella sistemática legislativa.
Sólo con el título, la comedia ya promete: “las personas artistas”. Esta manía de juntar dos sustantivos para que la cosa encaje ya generaba consecuencias perturbadoras en el caso de las “personas trabajadoras”. Aquí, más bien, esta conversión forzada del sustantivo en adjetivo (“las personas artistas”), mueve al escarnio y a la chirigota. Veamos.
El informe de la Real Academiade la Lengua sobre estas cuestiones –que Gobierno y Parlamento ya se pasan por el forro- se centraba principalmente (de acuerdo con el objeto del dictamen que se solicitó) en el error de la duplicación constante. Esto es, por nombrar un supuesto, “vascos y vascas” repetido en cada párrafo. En palabras de Darío Villanueva, una opción estomagante[1].
Pero el bostezo acompaña también a otros manejos –siempre trucos malos- del llamado “lenguaje inclusivo”. Por ejemplo, esta pesadez de “las personas artistas”. Es aburrido y fatigante para el lector y también para el redactor. De hecho, incluyendo el título, mi ordenador certifica que sólo en 6 ocasiones aparece la expresión “persona artista”, mientras que el “artista” de toda la vida, el que siempre se usó para el género no marcado, gana de calle y llega a 30. El “inclusivista”, pues, se hartó pronto y, después del rimbombante título, se perdió entre la laxitud de la vida bohemia.
Aparecen incluso en el texto del Decreto-Ley especímenes curiosos que rompen la “personitis” como, por ejemplo, “los autónomos artistas”. Aquí, pues, el legislador paró el carro y evitó el grotesco sintagma “persona autónoma artista”, que quizá acabaría desembocando en robots cantantes o cosas peores.
El problema, sin embargo, no es sólo el latazo. Lo más molesto es este amaneramiento legislativo de pitiminí. Ya vimos hace unos días *** que los laboralistas se estaban sometiendo y ya iban entregando el término “trabajador” (la seña histórica que los identifica, tanto para defender a hombres como a mujeres, pero allá ellos). Sin embargo, sé que mis amigos de la farándula van a resistir. Podrá discutirse, quizá, si la expresión “Presidente del Gobierno” ensució nuestra alma y puso los huevos de la discriminación en lo más recóndito de nuestro inconsciente. Pero lo que es evidente es que el uso de “artista” –con su impresionante carga semántica- no ha impedido a féminas y caballeros protagonizar las luces y las sombras del artisteo en el teatro, el cine, la canción o la televisión.
Debo admitir, no obstante, que tiene una ventaja el empleo de los términos que hemos visto en el título de esta norma. En concreto, ante la pregunta eterna –la persona artista, ¿nace o se hace?-, los juristas podremos responder con seguridad y con el apoyo del artículo 30 del Código civil que “la personalidad artística se adquiere en el momento del nacimiento con vida, una vez producido el entero desprendimiento del seno materno y manifestada una especial predilección por el sonido de las castañuelas”.
[1] Darío Villanueva, Morderse la lengua. Corrección política y posverdad.(2021), pp. 137 y ss.
Me gusta este programa. Creo que los temas finales pueden ser útiles para los alumnos de Administración de Empresas y Derecho (doble graduación). Son una escudería eficiente y competitiva, pero cada curso es siempre una sorpresa.
PROGRAMA DE DERECHO ADMINISTRATIVO III.ADE Y DERECHO. 2023.
PARTE A: TEMAS INTRODUCTORIOS.
Tema 1.-Visión general del curso.
Tema 2.-La primera parte: las actividades de la Administración.
Tema 3.-La segunda parte: los recursos humanos y materiales de la Administración Pública.
PARTE B: LAS ACTIVIDADES DE LA ADMINISTRACIÓN Y SU RÉGIMEN JURÍDICO.
Tema 4.-La actividad de limitación. Concepto, principios e instrumentos.
Tema 5.-La potestad sancionadora de la Administración: concepto, regulación constitucional y principios de la potestad sancionadora.
Tema 6.-La actividad administrativa de fomento. En especial, la subvención.
Tema 7.-La actividad administrativa de servicio público (I). Concepto y problemática general. Previsiones constitucionales. El art. 128 CE. Claves para una tipología de los servicios públicos.
Tema 8.-La actividad administrativa de servicio público (y II). La gestión de los servicios públicos. Gestión directa y gestión indirecta.
PARTE C: LOS RECURSOS HUMANOS Y MATERIALES DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.
Tema 9.-El empleo público.
Tema 10.-El dominio público (I). Concepto. Previsiones constitucionales. Bienes de dominio público, bienes patrimoniales, bienes comunales y Patrimonio Nacional. Inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad. Utilización de los bienes de dominio público.
Tema 11.-El dominio público (y II). Las potestades y prerrogativas para la defensa de los patrimonios públicos: investigación, deslinde, recuperación de oficio y desahucio administrativo. La cuestión de la inembargabilidad. La policía demanial.
Tema 12.-La expropiación forzosa.
Tema 13.-La responsabilidad administrativa.
Tema 14.-Los contratos del sector público (I). Concepto. Legislación. Clases de contratos del sector público. Las partes de la contratación.
Tema 15.-Los contratos del sector público (II). Los procedimientos de contratación. La ejecución de los contratos. En especial, las prerrogativas de la Administración. Los procedimientos de impugnación y revisión de los contratos.
PARTE D: TEMAS ESPECIALES.
Tema 16.-El plan de urbanismo, clave de la actividad económica.
Tema 17.-Un ejemplo de actividad administrativa de control y limitación: la regulación de los perros potencialmente peligrosos.
Tema 18.-El procedimiento sancionador (la distinción respecto al procedimiento inspector, fases, el pago anticipado y la reducción de la cuantía sancionadora, la ejecución y su suspensión, etc.).
Tema 19.- ¿Qué son las obligaciones de servicio público?
Tema 20.- ¿Cómo se protegen los bienes de interés cultural?
Tema 21.- ¿Cómo se valora un bien que va a ser objeto de expropiación?
Foto: M. A. Chazo. «He après que sóc un moment de la vida i del món».*.
Era, principalment, el seu article diari a l’Avui, que el meu pare portava a casa cada dia. Sempre va comentar que li agradava aquella disciplina de la puntualitat inavariable de la columna. Em fascinava la precisió del seu llenguatge. L’Espinàs era un dibuixant que prenia un apunt ràpid i li donava al moment el color de la seva reflexió inesperada, aquella vivacitat nascuda a la seva mítica màquina d’escriure.
Estimava els detalls concrets de la ciutat: el fugaç petó d’una parella, un rostre ineseperadament trist enmig de la gent o la solució arquitectònica enginyosa d’un tros de vorera. És cert, sóc de la generació que va aprendre a escriure català amb les lliçons lliures de Josep María Espinàs, més penetrants que que els plans d’ensenyament que avorreixen la meva filla.
Vaig llegir irregularment els seus llibres de viatges. Més que el contingut, valorava la manera suau d’acostar-se a les grans històries i ensenyaments profunds que tots els éssers humans amaguen. Altre cop, per tant, el detall exacte, obtingut amb delicadesa, arriscant-se a mirar una mica més enllà. A la seva obra de ficció –darrerament, àmpliament reconeguda- m’hi vaig acostar menys. Però recordo un relat deliciós al seu aplec La gent tal com és, que parlava de la vida i costums d’una parella obsessionada en innecesàries perfeccions. Aquest és un dels senyals determinants de l’Espinàs: desmitificar, fer les coses bé, treballar, treure rendiment de tot això i, finalment, no donar gaire importància a tot el que fas. Crec que, en una fira literària a Alemanya, un crític estranger va parlar de l’Espinàs com a esciptor budista contemporani. La va encertar.
1.-El sempre penetrant Pau Vidal * ens va avisar fa uns dies a cal tuiter: “Cap dia sense la seva perla de llenguatge absurdiu”. Es referia a un recent anunci dels mossos d’esquadra amb aquest text *:
“Estrenem nova uniformitat operativa més segura, confortable, moderna i que millora la mobilitat dels agents de seguretat ciutadana. A partir d’ara ens trobareu amb una nova imatge corporativa amb uniformes adaptats a la funció policial”
En efecte, “uniformitat” no té res a veure amb els uniformes com a roba de feina i identificació. Deixant de banda els seus usos en matemàtiques i altres ciències, és un mot realment abstracte, que incorpora una idea contrària a la varietat. Per tant, ningú no sap perquè el redactor va tirar pel dret i, amb una extrema obediència del seu deure inclusivaire, va considerar que “nous uniformes” era massa excloent. Va ser una jugada curta, perquè després li apareixen “dels agents” i “uniformes” (aquest darrer sense article determinat previ).
Estaríem, per tant, davant un cas curiós de desbordament de les maneres de fer inclusivaires, fins i tot quan sembla que no calia. Haurem de veure com evoluciona tot això i estar atents a l’evolucionitat (o como es digui).
*
2.-Alguns dels primers exegetes de l’anunci van relacionar la pífia amb la campanya per a incorporar dones a la policia i al cos de bombers. S’entreveu aquí la imminent polèmica sobre la paraula “mosso d’esquadra”. S’observen tres legitimitats en pugna:
-Legitimitat historicista, disposada a mantenir “mossos” per a connectar les forces d’ordre públic amb temps immemorials.
-Legitimitat inclusivaire, segons la qual cal desdoblar i passar d’una vegada a dir “mossos i mosses”.
-Legitimitat assembleària radical: cal dir directament “mosses”, ja siguin homes o dones.
Com és fàcil intuir, la primera que hem citat ja està tremolant, refugiada en la seva antigor. La darrera –que hem anomenat com a “assembleària radical”- pot tenir problemes de comprensió entre la població, però es podrien salvar fent més gros el número d’identificació. Amb un indicador més gran –que cobrís com a mínim tot el tors- , un testimoni podria declarar, per exemple: “En aquell moment va arribar la mossa 321456”. La possible desorientació per l’ús directe d’un femení marcat desapareixeria perquè sabem que va ser el mosso –perdó, la mossa- 321456.
*
3.-En canvi, la proposta d’emprar “mossos i mosses” presenta un inconvenient policial greu, perquè aquest retard de 2 o 3 segons de desdoblament pot ser aprofitat pels pinxos i els pispes per a espitxar-se. Penseu que la possible víctima o algú del carrer hauran de cridar en un moment difícil “mosses i mossos, ajuda!”.
Una possible sortida aniria en la línia de les nominalitzacions farragoses que tant agraden als inclusivaires –alumnat, «estudiantat» [sic], etc.-. Ara bé, “policialitat” no hi ha per on agafar-ho. Per altra banda, una fórmula fresca com “jovenalla” és impròpia de l’alta funció de l’ordre i la seguretat. Però aquí tenim una solució que cobreix en un sol mot mosses i mossos i que enllaça amb un model eficient i d’èxit. Proposo, en concret, de dir “mossad”, adequadament adaptat amb una t final: el mossat català.
Foto: «El cine viene al pueblo» (Eugen Helig, 1927, recogido por El Mundo*)
Tanto la letra del original francés como de la versión española son magníficas. Sin embargo, con permiso de mis amigos franceses, opino que la cadencia que le da Paco Ibáñez se adapta mejor al duro mensaje existencial que transmite la canción. Martín cava la tierra, cava su tiempo y cava incluso su propia tumba como deberes imperiosos. Pero no es el hombre derrotado en un oficio que fracasó, como le ocurrió por ejemplo al viajante descrito por Arthur Miller. Martín asume la severa consigna de su existencia, pero afronta cada día con una dulce canción en los labios. Con valor y con coraje. Sin desfallecer, sin celos y sin maldad. Apurando hasta el final el cáliz de lo que va viniendo.
Es cierto que una lectura superficial nos llevaría por los laberintos de la crítica social –los campos no son suyos y el resultado final no se aparta de la miseria- . Pero ese enfoque se oscurece ante el impresionante dictado interno que ejecuta Martín. El sentimiento del deber, el amor a lo que viene, la misión de los proletarios…tan extraños como un gramófono en los tiempos de hoy.
***
[Acompaño letra y música de las versiones francesa y española]
Pauvre Martin (G. Brassens)
.
Avec une bêche à l’épaule
Avec, à la lèvre, un doux chant
Avec, à la lèvre, un doux chant
Avec, à l’âme, un grand courage
Il s’en allait trimer aux champs
.
Pauvre Martin, pauvre misère
Creuse la terre, creuse le temps
.
Pour gagner le pain de sa vie
De l’aurore jusqu’au couchant
De l’aurore jusqu’au couchant
Il s’en allait bêcher la terre
En tous les lieux, par tous les temps
.
Pauvre Martin, pauvre misère
Creuse la terre, creuse le temps
.
Sans laisser voir, sur son visage
Ni l’air jaloux ni l’air méchant
Ni l’air jaloux ni l’air méchant
Il retournait le champ des autres
Toujours bêchant, toujours bêchant
.
Pauvre Martin, pauvre misère
Creuse la terre, creuse le temps
.
Et quand la mort lui a fait signe
De labourer son dernier champ
De labourer son dernier champ
Il creusa lui-même sa tombe
En faisant vite, en se cachant
.
Pauvre Martin, pauvre misère
Creuse la terre, creuse le temps
.
Il creusa lui-même sa tombe
En faisant vite, en se cachant
En faisant vite, en se cachant
Et s’y étendit sans rien dire
Pour ne pas déranger les gens
.
Pauvre Martin, pauvre misère
Dort sous la terre, dort sous le temps
*
Pobre Martín (versión cantada por Paco Ibáñez, con adaptación de Pierre Pascal)
1.- Nuestros licenciados ponían el broche de oro a sus estudios con un trabajo que oscilaba, según los diplomas y universidades, entre el caso práctico o dictamen, la breve investigación o, incluso, la descripción de un experimento. Se han hecho magníficos análisis bajo este paraguas, pero lo cierto es que muchos colegas venían subrayando sus aristas. Por ejemplo, su imprevisibilidad. No se tenía nunca una idea clara sobre su valoración y, comparado con los esfuerzos de evaluación continua y acompañamiento del resto de materias, muchos estudiantes aplicados se sentían como si estuvieran tirando una moneda al aire. Los profesores, por su parte, se quejaban del abuso del “recorta y pega”. Por otro lado, mientras un grupo de muchachos disfrutaba en la lucha por exponer brillantemente sus puntos de vista, otro se encallaba ante el suplicio tantálico de leer y escribir.
El TFG era, pues, un cervatillo débil y aislado en el rebaño compacto de las asignaturas. Por tanto, es normal que sea la primera víctima de los leopardos chateadoresGPT. Los esfuerzos de las universidades por organizar defensas orales de los trabajos en unos pocos minutos son una cataplasma de morfina antes del funeral.
¿Y qué me dice usted de los ejercicios que ahora empiezan? Tranquilos, amigos:, yo mismo tengo algunos entre manos y, en este momento, nuestra responsabilidad académica es altísima: van a ser los últimos exponentes de esta fórmula. La historia nos contempla y tenemos que hacerlo muy bien.
*
2.- Más difícil es saber qué va a pasar con el resto de materias. El baile no ha hecho más que empezar y las posiciones son muy variadas. Recomiendo al respecto vivamente la lectura del artículo de Robert Zaretsky “Words, Words, Words”* (The American Scholar, 8 febrero 2023), que conocí gracias a Arcadi Espada.
Desde luego, todo son cábalas. El “trabajito” –que era el pariente pobre del TFG- ya está, indiscutiblemente, descatalogado. Por lo que leo y oigo, gana adeptos la idea de colocar al escritocorto –hecho a mano y en clase- en el centro del sistema. En cierto modo, ya lo está. Este curioso retorno de la caligrafía (¡y de la sintaxis!) va a lograr, sin duda, un clamoroso recibimiento entre los estudiantes. Del test no voy a hablar, aunque sigo creyendo que es una buena técnica para obtener el carnet de conducir. En cuanto al examen oral, es evidente que le espera una florida primavera, ya sea para exponer el vocabulario previo con el cual abordarán a la máquina o para explicar sus relaciones con ella.
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3.-Vuelvo al artículo de Zaretsky, que desdramatiza las transformaciones y nos conduce hacia los orígenes mismos de la enseñanza, hacia las escuelas griegas, que son las primeras que se preguntan seriamente qué es saber y qué es conocer. Y pudiera ocurrir que, frente al predominio de lo escrito, renaciera con fuerza la conversación inteligente. Y que, ante la educación mortecina que pasa por la vida como un trámite oficinesco más –eso ya lo hace mejor el ChatGPT-, se alzara como ave fénix la tarea transformadora, electrizante y humanizadora del enseñar y del aprender.
La mayoría de familiares y amigos que leen este cuadernillo consideraron excesiva mi demanda de responsabilidad * al Decano de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense ante el discurso de una alumna que, desde el primer momento, se presentó bajo el manto de la máxima calificación académica dispensada por esa institución. Pero, como digo, mis lectores opinaron que me había embalado y que casi había convocado en el 2023 el honor sagrado de los samuráis en el aula magna de la Complu.
Sin embargo, mi buen amigo Josu de Miguel reactivó mi esencia nipona con este magnífico párrafo de lasDiligencias de ayer, en El Mundo (que es el lugar que nos permite encarar con sentido los lunes):
“Ahora bien, tengo para mí que hoy la falta de responsabilidad es regla como consecuencia del modelo comunicativo que imponen las redes sociales. Dicho modelo implica un consumo de acontecimientos y noticias durante las 24 horas del día. La dificultad para fijar agendas informativas de una manera ordenada en una opinión pública dispersa permite al político en apuros, con la ayuda del misterioso algoritmo y otros caraduras profesionales, organizar una irresponsabilidad a su medida.”
Es decir, por un lado tendríamos la vieja prensa, aquel cuarto poder que ordenaba el mundo cada mañana: nacional, internacional, sucesos y necrológicas, economía, deportes y cultura (hay variaciones en las filas). Ciertamente, es un modelo en crisis, por muchas razones que ahora no vienen al caso. Pero las redes sociales muestran a menudo el típico comportamiento de la jauría: basta subir a un árbol y esperar que el nerviosismo de los perros acabe llevándoles a otro lugar o, sencillamente, lanzarles un hueso de despiste en el momento adecuado. El único remedio es, como dice el artículo, la responsabilidad penal (o la contable, o la tributaria…), pero éstas tienen reglas diferentes, ritmos propios y muchísimos ámbitos vacíos. El título del artículo de De Miguel era “¿Qué fue de la responsabilidad política?”. Y me pregunto, con el autor, si no estamos ante otro cadáver, convenientemente amortajado, de la democracia liberal.
1.-He observado en ciertas asambleas estudiantiles que algunos participantes intentan ir por la directa y emplean el femenino como género no marcado. Por ejemplo: “¡Todas somos luchadoras contra las tasas!”. El invento no suele funcionar porque, aunque la solidaridad de los combatientes es alta, el peso de la tradición lingüística y conceptual es demasiado elevado y, cuando se apaga el jaleo, se vuelve a la estructura de toda la vida.
En ocasiones he comentado que tengo la hipótesis de que, dentro de unos años, hablaremos directamente de “juezas”, dado el altísimo porcentaje femenino en esta profesión. Ocurrirá un fenómeno parecido al de “enfermeras”, en el que el hablante certifica la presencia abrumadora de mujeres en esta tarea. En cambio, el legislador va a ser reacio en admitir estos usos, porque le van a decir enseguida que excluye a los enfermeros. En fin, veremos cómo resuelve el pueblo estas situaciones.
Desde luego, puestos a elegir, prefiero un incorrecto uso genérico de “profesoras” (cuando estamos todos mezclados) al horrible “profesorado” que tanto gusta a los profetas de la neolengua inclusiva. La única ventaja de este ladrillo -alumnado, estudiantado…- es que deja constancia de la tristeza burocrática de la élite gris que parió el invento.
*
2.-Mientras preparaba estas notas, me acordaba de las modistillas, un término y una aureola ya totalmente desconocidos para nuestros jóvenes. Yo aún vi las colas matinales el día de Santa Lucía, su patrona, ante la capilla del mismo nombre, pegada a la catedral de Barcelona. Ahí están, tan campantes, en la foto, en la Gran Vía de Madrid, una de las calles más bellas de España.
Viene todo esto a cuento porque hoy celebramos la primera gran errata en la Era triunfante de la neolengua inclusiva. Me atrevo a decir que los duendes de la imprenta incorporan en cada aparición el espíritu de la época. Así, es fácil recordar la inolvidable equivocación del BOE de 22 de septiembre de 1984, que transcribía el acuerdo de 14 de septiembre de 1984, de la Comisión Permanente del Consejo General del Poder judicial. Estaba firmado por “El Presidente del Consejo General del Joder Judicial. Federico Carlos Sainz de Robles Rodríguez”. Aquí pueden ver la fotografía: *. Algo queda del momento, con su boletín gris y la tipografía de aquellas máquinas de escribir. El inolvidable Fary lanzaba el mismo año “El toro guapo”* y los restos de gambas y finas servilletas inundaban el suelo de los bares de Madrid.
“4. La justificación de la subvención se realizará mediante la presentación por parte de la entidad beneficiaria de una solicitud de pago que irá acompañada de la siguiente documentación:
Solicitud de pago.
Memoria de la actuación (explicar vosotras aquí algo más, decidir si hacemos también modelo de este apartado o la vida no nos da para más)
Una memoria económica justificativa del coste de las actividades realizadas, que contendrá, al menos:
Relación clasificada de los gastos e inversiones de la actividad, con identificación del acreedor y del documento, concepto (vinculado con la actividad), importe, fecha de emisión y, en su caso, fecha de pago. […]”
Kafka y Melville (y el personaje de este último, Bartleby) estarían encantados con este testimonio. He leído algún comentario que se ensaña con la falta de revisión. No estoy de acuerdo. Nos ha pasado a todos y el mejor escribano echa un borrón. Tiene, incluso, su trascendencia lingüística. Sería absurdo considerar que transforma el genérico “administrados” en un cordial “vosotras” (para que llenen o llenemos la memoria). Más bien, está claro que se dirige a las concretas mujeres de esa oficina y hay algo existencial y bello en esa llamada de auxilio ante la radical insuficiencia de la vida.
Han pasado varios días y aún no ha presentado la renuncia el Decano de la Facultad de Ciencias de Información de la Universidad Complutense. En una de estas típicas sesiones de graduación es normal que los alumnos hagan algún discurso ácido contra lo establecido (los más arriesgados, incluso, optan por lucir la bandera ultrajada o la pancarta acusadora). Otros prefieren lo goliardesco o abusan de lo sentimental -el ya clásico “triste y sola se queda la Facultad”-. También puede ocurrir que, víctimas de los nervios, les acabe saliendo un mensaje poco hilado, entrecortado o confuso.
Lo que ya empieza a ser inaceptable es que esta señora (la estudiante del famoso vídeo*), empuñando desde el principio su máxima calificación, mande su título a freir espárragos –dice que no lo rompe porque sería ilegal (¡?)- y acabe pergeñando un manifiesto chocarrero, lleno de ridiculeces y de patadas a la gramática. Nos explica encima que le han acreditado en comunicación audiovisual, con lo cual la amenaza a los diccionarios y al buen gusto se mantiene latente.
Para que esta señora escupa sobre su propia posición y monte esta plática contra algo a lo que ha dedicado varios años de su vida, mucha gente se levanta a las seis de la mañana y entrega en una caja única una buena parte de sus ingresos. La Facultad de Ciencias de Comunicación de la Complutense se encarga de esta docencia. Comprendo el mal trago de los colegas. Pero, para recuperar la dignidad y el prestigio de esa universidad pública, el Decano debe dimitir. Eso sería decirle a la sociedad: “Miren, ha pasado esto, cada uno se expresa como quiere y es de su padre y de su madre, pero la institución no respalda ni este mensaje ni sus formas”. El ministro Antonio Asunción dimitió –como un señor honorable de la política- cuando se escapó Roldán. Ante esta fuga de la inteligencia, el Decano ha de dimitir.