Alejandro Nieto. Una síntesis.

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Me faltaba* este artículo. Tenía que ser la pluma literariamente viva de Antonio Jiménez-Blanco la que resumiese el sentir general de la ausencia dejada por don Alejandro Nieto. Tuvimos la suerte de oírle en Barcelona muchas veces. Sería ridículo añadir algo ahora, después de observar el nivel impresionante de los especialistas que han despedido al maestro. Ahora bien, quizá no esté de más -para que conste en acta- añadir la función arbitral de don Alejandro, sobre la que no he visto referencias. La anécdota se la oí a Isidre Molas, el catedrático de Derecho constitucional, que la explicaba con gracia ante Alejandro Nieto y que la sazonaba por su parte con algunas historias de la época.

Nos situamos en la Universidad Autónoma de Barcelona de principios de los setenta. El centro había sido fundado en 1968, pero aún hubo de esperar un poco para operar en su actual emplazamiento, en un boscoso valle en medio de una zona significativamente llamada Bellaterra. Han circulado muchas leyendas sobre la elección del lugar, aunque las más sólidas -a mi entender- radican en la baratura de los terrenos y en la imitación de los campus norteamericanos (con el sello de los arquitectos Giráldez, López Iñigo y Subías, que habían hecho antes un brillantísimo trabajo en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona). Tuvo aquel sitio durante mucho tiempo un aire de descampado, que los comprometidos estudiantes disimulaban otorgando a los caminillos del bosque títulos épicos. De ahí la ruta Ho Chi Minh, que sigue siendo un paseo agradable, aunque nos vayan dejando los que entendían su significado.

Aquella pequeña Facultad de Derecho empezó a andar el 20 de octubre de 1971 y fue su primer decano don Alejandro Nieto. Ese mismo año publicó un libro que expresa a las claras la amplitud de su capacidad investigadora y que algo tiene que ver con el sendero citado: La ideología revolucionaria de los estudiantes europeos. También fue el primero en dirigir allí los estudios de Derecho administrativo.

El carácter pionero de aquellos años y lo reducido del claustro de profesores favorecían la convivencia y el enriquecimiento intelectual. En alguna de aquellas explanadas ganadas al matorral, concurrían los docentes de la facultad los sábados para jugar un partido de fútbol y disfrutar de la mutua compañía. Según explicaba Isidre Molas, con asentimiento del protagonista, la tarea arbitral fue asumida por Alejandro Nieto. Y, la verdad sea dicha, me he quedado con las ganas de saber si él, que tanto estudió el fundamento de la actividad judicial, desarrolló alguna jurisprudencia específica respecto a los penaltis y a los fueras de juego.

Pero, en fin, les dejo ya con el brillante artículo de mi admirado Antonio Jiménez-Blanco:

Alejandro Nieto (1930-2023), el Pío Baroja (y el Valle Inclán) del Derecho Administrativo*

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Irrepetible (y III).

Fuente: ***

EL TREN DE LOS CEREZOS

Cuando finalice mi concierto

guardaré en las cañas del vado

el silbo de las caminatas.

Mientras apagan la luz de la Cúpula Grande

confiaré de nuevo mis grillos

y mis abejas

a su estuche de niebla y semillas.

Como no habrá tiempo para esa despedida

treparé de un salto

al tren de los cerezos.

                Leonardo Castillo.

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El inmarcesible Peter

1.-No quedaba mal Laurence J.Peter en aquella obra extraordinaria del profesor Nieto titulada El pensamiento burocrático. Creo recordar que el autor norteamericano estaba incluido entre “los humoristas”, pero don Alejandro valoraba mucho su aportación. Hoy vuelve a ser citado –ya es un clásico, claro- en el último artículo de Chaves sobre los directivos y su provisión. Es  éste un tema que nos ha preocupado en algunas ocasiones (*) y que, ciertamente, da la impresión de que no está construido del todo. El mismo Chaves se refiere a la falta de regulación, a la ausencia de apuestas normativas claras después del Estatuto Básico del Empleado Público. No es fácil, desde luego, lidiar con este toro, ya que las opciones son diversas, muchos quieren ser llamados y pocos serán los elegidos.

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2.-Ahora bien, antes de transcribir aquí las reflexiones de Chaves, conviene hacer un par de puntualizaciones. Es cierto que en nuestro país (quizás en todos) la literatura crítica contra los males de la Administración disfruta de una larga tradición. Podría empezar con el tópico de Larra, pero  lo cierto es que esta línea ha ido sosteniéndose como globo en vendaval. No faltó –es verdad- un torrente de loas a la arquitectura del EBEP, pero la cosa pública es siempre fácil pasto para el denuesto. Razones no faltan.

Sin embargo, las puyas a la Administración –tan justificadas- han de tener en cuenta el ambiente general en el que esta se mueve. En los últimos cuarenta años, el progreso de la sociedad española ha sido extraordinario, sobre todo en el campo económico (pese a la crisis). No tendría sentido que el mundo empresarial se hubiera modernizado e internacionalizado y que la Administración se hubiera quedado muy atrás. Siempre irá un poco o bastante a la zaga –porque el interés público es una rémora necesaria-, pero no cabe decir que lo privado y lo social van bien y lo público-administrativo va mal. Todos estamos en el mismo barco, aunque cada uno con su paso y su luz.

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3.-Y la misma idea se refuerza si pensamos en que el principio de Peter también se aplicaba a las organizaciones privadas. Es decir, sus grados superiores tienden igualmente a estar ocupados por incompetentes. Es verdad que, a la corta o a la larga, el dios mercado expulsará de la faz de la Tierra a los ineptos pero, mientras llega a ese día, los usuarios habrán notado en su carne las garras del complejo de inferioridad que el incompetente está intentando liquidar. Aunque, claro está, para ir aguantando los platillos, siempre puede la corporación privada acercarse al calorcillo de los peterianos públicos y dejar su impronta en los boletines oficiales –estatales, autonómicos o locales-.

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«Se buscan  directivos públicos por quien no sabe dirigir»

J. R. Chaves.

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Entre el tablero y el tiempo.

  1.-La sabiduría pictórica de Tomás Quintana y la referencia de Sosa Wagner a los cuadros de artistas leoneses que engalanaban la Facultad de Derecho de esta ciudad me hizo pensar en el futuro que les espera a los trabajos de los juristas. Sólo los cuadros quedarán, pero Sosa advierte del olvido para todo lo demás.

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2.-Algo más optimista parecía Alejandro Nieto, en su Derecho Administrativo Sancionador:

…      “Sólo con el tiempo se llega hasta el fondo del viejo aforismo de ars longa, vita brevis. Y cabalmente, por ello, hay que saber renunciar a las grandes ambiciones para concentrarse eficazmente en un objetivo alcanzable, aunque sea modesto. La ciencia del Derecho –y quizás todos los afanes científicos- deben entenderse como una interminable partida de ajedrez que va continuándose  de generación en generación. Cada autor se encuentra con las piezas en una determinada posición, y, desde ella, ha de realizar en su vida una sola jugada –si es muy tenaz, quizá dos o tres movimientos- para ceder su puesto al siguiente. El secreto del buen jurista no es conseguir la victoria –que de ello no se trata-, sino de mejorar la posición que ha recibido.”

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…  3.-Sin embargo, lo cierto es que el carácter escasamente cumulativo de la autodenominada ciencia jurídica hace que sólo tengan interés algunas jugadas aisladas (por ejemplo, la ordenación kelseniana o los rancios conceptos civiles). Para las demás, el desuso y tres  palabras del legislador harán el resto. Quizás el único destino previo al olvido sea convertirse en Historia del Derecho o, más concretamente, Historia de la dogmática jurídica. Todo eso, antes de la sepultura definitiva, del aviso de Cernuda en su ya imprescindible (bueno, para mí, al menos) Ocnos:

… Todo caerá contigo, como oropel de la fiesta una vez terminada, hasta la sombra de unos días a los que diste morada en la música, y nadie podrá ya evocar para el mundo lo que en el mundo termina contigo.

…  ¿Lastimoso? Para ti, quizá. Pero tú no eres sino una carta más en el juego, y éste, aunque el reconocerlo así te desazone, no se juega por ti ni para ti, sino contigo y por un instante.”

…      De todos modos, ahora que el optimista (relativo) Harari está de moda, podríamos decir que los trabajos digitalizados no morirán nunca…Pero esto ya es otro tema.

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