…Bartleby me ha pedido que concrete cuáles fueron los artículos que preocuparon a este blog durante los veinticinco días en que cumplió escrupulosamente con su reclusión (por supuesto, sigue haciéndolo). Sus deseos son órdenes para mí:
……”Aprendió tantas cosas –escribía mi maestro, a la muerte de un amigo erudito-, que no tuvo tiempo para pensar en ninguna de ellas.
…………………A. Machado.
…1.-Una de las inútiles ocupaciones de Bartleby consiste en anotar aniversarios y preparar obituarios. Por ello, justamente esta mañana me ha advertido de que hoy se cumplen ochenta años de la muerte de Antonio Machado, en Colliure, justo en la tarde del 22 de febrero de 1939. Sería ridículo traer aquí algún célebre poema del maestro (ya estoy pensando, evidentemente, en el caminante lastrado por el tiempo y en la mentira del futuro). Supongo que algún eco quedará en los lectores y no está de más reconocer el buen trabajo que hicieron Joan Manuel Serrat y Paco Ibáñez, ahora que don Antonio ya debe haber desaparecido de los innovadores planes de estudio que atenazan a nuestros muchachos.
…Es verdad que me muero de ganas por traer aquí aquel comienzo impresionante desde el sur hacia el norte más frío :”Palacio, buen amigo,/¿está la primavera/vistiendo ya las ramas de los chopos/del río y los caminos? En la estepa/del alto Duero,/Primavera tarda,/…”. Pero la primavera –tan mediterránea- de Colliure ya va a la par con la de Barcelona. Justo en esta semana, casi huele a romero en el Tibidabo y un sol insolente y metropolitano posee la ciudad. Ligero de equipaje va siempre este cuaderno y me consuelo recordando que, hace ahora ochenta años, un buen hombre de letras dejó escrito ese inmortal arranque de un verso que jamás continuó: “Estos días azules y este sol de la infancia”.
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…2.-No han pasado desapercibidas las relaciones entre el mundo jurídico y el acervo machadiano. Es poco conocido que tuvo don Antonio el proyecto de emplearse en el Banco de España, pero fue Giner el que le animó a preparar oposiciones a cátedra de francés en los institutos. Siempre citan los especialistas del Derecho procesal el famoso poema “(Un criminal)”, porque les permite hablar de los antecedentes del jurado en la legislación española:
“Frente al reo, los jueces con sus viejos
ropones enlutados;
y una hilera de obscuros entrecejos
y de plebeyos rostros: los jurados.
…El abogado defensor perora,
[…]“
No obstante, por mi parte preferí el contraste entre el “tosco patíbulo” y la “fresca madera” de “(El cadalso)”. Y estoy seguro de que el gran procesalista y machadiano que es Manolo Cachón estará de acuerdo con esta afirmación.
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…3.-Dicho esto, existe un texto imprescindible de don Antonio para cualquier profesor –de cualquier materia- que tenga que subirse al estrado para cumplir con sus obligaciones laborales. Se trata de su Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo. A veces nos hemos referido a él en este cuaderno (******). No es fácil resumir su contenido y nunca acaba uno de leerlo y releerlo del todo, justamente como ocurre con los clásicos. Para don Agustín García Calvo era casi un manual sagrado, aunque otros opinaron que abusaba demasiado de los consejos de vieja. Lo cierto es que el Juan de Mairenaes un auténticoblog del profesor.
…Voy a atreverme a dar tres o cuatro ideas fundamentales (deberían ser treinta o trescientas) que siguen estando vivas. En primer lugar, la insistencia en la claridad. El poeta y el profesor hablan claro, se les entiende. En segundo lugar, la desmitificación de la pedagogía imperante, de la “solemne tristeza de las aulas”, porque, como es sabido, “Mairena colocaba en el primer banco de su clase a los más torpes, y […]casi siempre se dirigía a ellos”. Ahora bien, no le gustaba nada el vicio del autodidactismo (con alguna excepción relevante, por cierto).
…Encontrarán también los amantes de Machado la importancia de la escucha atenta –del imperturbable oyente- en el arte de aprender (casi una antigualla en estos tiempos de “what’s up” y “Facebook” mientras escuchamos el rollo). Relacionado con ello, la indiscutible preferencia por la expresión oral: el maestro habla y los estudiantes también hablan, constantemente.
…Y, en fin, el eterno camino socrático de la duda permanente, tan necesario en estos tiempos de seguridades tribales y de redes que jamás rectifican:
“La inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, son acaso nuestras únicas verdades. Hay que aferrarse a ellas. No sabemos si el sol ha de salir mañana como ha salido hoy, ni en caso de que salga, si saldrá por el mismo sitio, porque en verdad tampoco podemos precisar ese sitio con exactitud astronómica, suponiendo que exista un sitio donde el sol haya salido alguna vez. En último caso, aunque penséis que estas dudas son, de puro racionales, pura pedantería, siempre admitiréis que podamos dudar de que el sol salga mañana para nosotros. La inseguridad es nuestra madre; nuestra musa es la desconfianza. Si damos en poetas es porque, convencidos de esto, pensamos que hay algo que va con nosotros digno de cantarse. O si os place, mejor, porque sabemos qué males queremos espantar con nuestros cantos. ”
…Acabo estas reflexiones y el maldito Bartleby –que es un tipo irrelevante y que jamás hizo nada en la vida- me arrebata el teclado y me coloca su defensa de la inacción, tomada del “Proyecto de un discurso de ingreso en la Academia de la Lengua”, escrito por don Antonio y que oí por primera vez con ocasión de la defensa de la tesis doctoral de otro gran machadiano, el administrativista y amigo Manolo Férez:
“Lo primero, en el orden estético, es hacer las cosas bien.
Lo segundo no hacerlas.
Lo tercero y último, lo realmente abominable, es hacerlas mal.
Don Miguel de los Santos Álvarez no perdonaba al autor de un drama trágico malo en cinco actos. ¡Es tan fácil –decía él- no escribir un drama trágico en cinco actos!
Tan fácil como no hacer una tesis doctoral, un discurso académico, o un nuevo plan de enseñanza.
Pero el grito de una república de trabajadores será siempre: Homo faber, antes malhechor que holgazán.
…Nos preocupamos mucho –y debemos hacerlo- por el nivel que deben adquirir las universidades. Sin embargo, cualquier experto sabe que las dados ya se han jugado en los años iniciales del aprendizaje. Se hizo clásico al respecto el discurso de Camus en la recepción del premio Nobel, recordando agradecido al humilde maestro de la escuela nacional que le abrió las puertas del conocimiento.
…En las clases de la última infancia y de la larga adolescencia se perfila entre los compañeros la sutil distinción de Cortázar entre cronopios, famas y esperanzas. Es una división que luego el futuro confirmará o desvanecerá.
…Siempre procuré acercarme a los cronopios. Me gustaba su compañía porque los cronopios que conocí sabían muchas cosas de literatura y también de música. Trasteaban poemas y algunos aún conocieron los discos de vinilo y los “cassettes”. Supe luego que su vida no siempre fue fácil.
…La muerte de un cronopio es un hecho absolutamente serio. Bartleby, desde el fondo del pasillo, anota que es una evidente certificación de su pesimismo (del pesimismo de Bartleby, porque la tristeza de los cronopios es otra cosa). Cuando se van, el tiempo queda convertido en una materia densa y pesadamente pegajosa. Imposible avanzar. Ni siquiera hacia atrás, hacia las primeras letras y canciones.
…1.-Bartleby em comenta que he de desplaçar-me el dimarts a Mollet, per a participar en una jornada sobre diversos temes d’actualitat en Dret urbanístic. El nom és una mica ostentós i els discursos són realment variats. Entre els ponents, conec personalment en Juli Ponce, que ens parlarà sobre habitatge públic i que segrega urbanisme social fins i tot en el moll de l’ós. Deixa anar un missatge coherent i sostingut que es beneficia una base teòrica profunda i on es veu l’empremta del modern liberalism o esquerra nord-americana (ell coneix molt bé els seus aspectes jurídics).
…Estarà també per allà l’Òscar Capdeferro, que ha escrit la monografia més destacada sobre corrupció urbanística des del punt de vista del Dret Administratiu. Tanca la jornada la Dra. Maria José Feijoo, infatigable Directora de l’Escola de Postgrau de la Universitat Autònoma i absolutament insubstituïble quan es tracta de connectar universitat i realitat social.
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…2.-A Mollet va néixer, per cert, una de les històries mítiques de l’urbanisme espanyol del segle XX. Ho dic sense recórrer a tòpics ja rebregats. Podríem dir que la pròpia força del mite ha guanyat la partida a altres posicions aparentment més racionals. Em refereixo, com el lector ja haurà intuït, al big case de Santa Maria de Gallecs. Es tracta d’un supòsit ja molt estudiat i, per tant, em permetré eludir les referències documentals principals.
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…3.-D’entrada, els orígens de la qüestió impressionen. La zona de Gallecs – primer sota el nom de “Riera de Caldas”- estava afectada pel Decret-Llei 7/1970 d’actuacions urbanístiques urgents (ACTUR) i pel Decret 3543/1970, on es delimitava l’actuació. Les ACTUR, com és conegut, neixen amb la voluntat de crear noves ciutats que “descongestionessin” algunes grans àrees metropolitanes d’Espanya. Reduir la densitat d’uns cascos urbans atapeïts i solucionar la manca d’habitatge (encara punyent amb les darreres onades migratòries) eren els seus objectius principals.
…Lògicament, els municipis afectats (que eren Mollet principalment, però també Parets dels Vallés, Palau-solità i Plegamans, Montcada i Reixac, etc.) desconfiaren inicialment del projecte ja que, entre altres qüestions, les ACTUR operaven al marge del planejament previ. D’altra banda, mai va quedar clara la fórmula administrativa final (una mancomunitat, un municipi de nova creació, l’atribució d’algun paper rector a Mollet…). Cal avançar ja que es preveia una xifra d’habitants superior a 130.000 persones. Observem que l’any 1970 Terrassa (la gran capital de la comarca, junt amb Sabadell) se situava justament entorn els mateixos números.
…Bartleby, que nunca fue muy productivo en nada, me recuerda con insistencia las publicaciones y trabajos que llevo atrasados, con fechas implacables que se alzan como desafiantes picos cuando, hace sólo un par de días, parecían montecillos en lontananza. Me riñe, por ejemplo, por haberme enganchado a la lectura de El discreto encanto del derecho administrativo, escrito por el buen amigo y magnífico profesor Marcos Vaquer Caballería.
…Pero no es la preocupación por la seriedad o el rendimiento lo que mueve la murga de Bartleby. Vila-Matas me había comentado algo, pero en el libro de Marcos Vaquer aparece una síntesis de la vida del abuelo (o quizá del bisabuelo) de Bartleby (concretamente, en sus páginas 40 y 41). Afirman las ensoñaciones esotéricas de la teoría de las constelaciones que en este mundo cargamos con el peso de las desgracias que vivieron nuestros antepasados, ligados con nosotros por la inquebrantable cadena del árbol genealógico. Y, claro está, Bartleby se siente descubierto:
“Otro infausto funcionario es Bartleby,el escribiente imaginado por Melville en Un relato de Wall Street, que muere “extrañamente acurrucado en la base del muro” de un asilo en el que había sido recluido porque se negaba a abandonar la oficina en la que había sido empleado, pero de la que ya llevaba un tiempo desocupado. Casi nada conocemos de él, salvo su figura demacrada, su carácter autista, su resistencia pasiva (“I would prefer not to”,”preferiría no hacerlo”) y lo que aquí más importa: que su infortunio empieza y acaba con sendos empleos públicos. El relato arranca cuando es contratado como escribiente del Asistente en la Cancillería y concluye haciéndose eco del rumor según el cual, primero, había trabajado como ayudante subalterno en la Oficina de Cartas Muertas de Washington, donde se procesaba la correspondencia que no podía despacharse ni devolverse. La Oficina de Cartas Muertas. Un lugar idóneo para alimentar la “pálida desesperanza” a la que Bartleby estaba “inclinado por naturaleza y desventura” hasta dejarse morir[1].”
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[1] Descubro en Vandelli [Papeles y papeleo. Burocracia y literatura, Madrid Iustel, 2015, p. 101) que Bartleby fue traducido al español por Borges, a quien me acabo de referir, y al italiano por Calvino, a quien pronto citaré. Cómo no. El círculo de la conspiración antiburocrática se cierra.
…1.-Pese al enfado de Bartleby, mis colaboradores me han remitido puntualmente sus propuestas para la elección de las tres cursiladas del pasado año en el ámbito de las pseudociencias sociales. Ha ganado una palabra que ya lleva años en el candelero, pero que ha logrado generalizarse tanto entre las instituciones públicas como entre las privadas. Se trata de “gobernanza”. Bueno, la verdad es que los esnobs tienen algún problemilla y unos escriben “governanza” e incluso se ha visto a otros que acuden a “gobernancia”.
… A mí la palabra nunca me gustó. Pese a que me recuerda de forma subconsciente a la gobernanta de los hoteles –en la cual imaginaba yo un gesto de dureza con los empleados y un especial control en el suministro de las pastillas de jabón- lo cierto es que es un término para encubrir las primeras vergüenzas de los gobiernos fofos de la globalización. En cierto modo, era el paralelo de la sociedad líquida, pero llevado al plano del mando.
..Sé que hay más cosas por ahí, pero ya dejaba claro que los ejecutivos nacionales democráticos tenían que bajar la cabeza –de forma científica y con mucho networking y management– ante poderes más fuertes que ellos mismos. Había que dar más jabón –el que nos dejara la gobernanta-, moverse por la red y darle a los cuerpos intermedios la cancha que los revolucionarios franceses quisieron robarles.
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…2.-El segundo término es “totdona”. Es cierto que tampoco es muy nuevo, pero se lo pasaron a un redactor de este cuaderno hace unos días y nos ha gustado tanto que ha obtenido el pódium de plata. Se debe su autoría, según he oído, al genial Quim Monzó, que es nuestro maestro en ir enjuagando esta memez del “desdoblamiento”.
…Para los que no hablan catalán, les aclaro que el pitorreo está en la transformación del término “tothom” para cambiar el “hom” –que debe sonar no sólo medieval sino también machista- por “dona”. De todos modos, el cachondeo ha llevado a una forma más depurada, que es “totdon”.
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…3.-La última palabra ya está un poco de capa caída, pero aún ha logrado colarse. Cada vez se oye menos. Se trata de “empoderamiento”. Hace algunos años, a la que te despistabas te empoderaban. Ya sé que debo estar equivocado, pero siempre vi a este anglicismo paleto emparentado con aquello de “la casta”, que también ha ido desapareciendo. Debo precisar, ciertamente, que esta última expresión sí era un hallazgo brillante y me pareció siempre una buena metáfora en relación a lo que quería expresar.
…En fin, queridos lectores, veremos qué nos depara el 2019. Ya saben ustedes que, en una nación de eruditos a la violeta, no nos ha de faltar cosecha.
…Bartleby criticizes every day the content of this blog. Probably, he is an old school positivist and asks for only strict legal comments. He hates especially my ethereal digressions on Law teaching and my memories on real legal practice.
…Anyway I consider that topics are transparent: Law, cities and teaching. But Bartleby is a bad-tempered guy and maintains that the real meaning of the blog is my modest life: another superfluous stuff for bored clerks. So, I decide to spend all the morning reading him loudly two pages from the great master William Zinsser[1] (bolds are ours):
…”Of all the subjects available to you as a writer, the one you know best is yourself: your past and your present, your thoughts and your emotions. Yet it’s probably the subject you try hardest to avoid.
…Whenever I’m invited to visit a writing class in a school or a college, the first thing I ask the students is: “What are your problems? What are your concerns?” Their answer, from Maine to California, is the same: “We have to write what the teacher wants”. It’s a depressing sentence.
…”That’s the last thing any good teacher wants.” I tell them: “No teacher wants twenty-five copies of the same person, writing about the same topic. What we’re all looking for –what we want to see pop out of your papers- is individuality. We’re looking for whatever it is that makes you unique. Write about what you know and what you think.”
…They can’t. They don’t think they have permission. I think they get that permission by being born.
…Middle age brings no release. At writers’ conferences I meet women whose children have grown up and who now want to sort out their lives through writing. I urge them to write in personal detail about what is closest to them. They protest. “We have to write what editors want,” they say. In other words, “We have to write what the teacher wants.” Why do they think they need permission to write about the experiences and feelings they know best-their own?
…Jump still another generation. I have a journalist friend who has spent a lifetime writing honorably, but always out of second-hand sources, explicating other people’s events. Over the years I’ve often heard him mention his father, a minister who took many lonely liberal stands in a conservative Kansas town, and obviously that’s where my friend got his own strong social conscience. A few years ago I asked him when he was going to start writing about the elements in his life that were really important to him, including his father. One of these days, he said. But the day was always put off.
…When he turned 65 I began to pester him. I sent him some memoirs that had moved me, and finally he agreed to spend his mornings writing in that retrospective vein. Now he can hardly believe what a liberating journey he is embarked on: how much he is discovering about his father that he never understood, and about his own life. But when he describes his journey he always says, “I never had the nerve before,” or “I was always afraid to try”. In other works, “I didn’t think I had permission.”
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[1]On Writing Well. The classic guide to writing nonfiction, HarperCollins Publishers, New York, 2006, pp.132-133.
La aparición en este dietario de unas extrañas –ciertamente documentadas y muy bien escritas- “Cròniques d’Andorra” provocó en Bartleby una irritación indisimulada. Aunque le insistí en que la cuestión de la temática de este bloc ya había sido convenientemente tratada, me miró con desprecio y tuve que acudir, otra vez más, a Enrique Vila-Matas (por quien Bartleby siente a la vez admiración y repugnancia). En un articulito suyo –“Ansia de ficciones”, recogido en Impón tu suerte (2018)- nos avisa de lo siguiente:
…”En el impresionante El campeón ha vuelto, de J.R. Moehringer, el narrador recuerda la primera vez que comprendió que solo hay dos tipos de historias: las que quieren que cuentes y las que quieres contar tú: “Y nadie va a dejarte, así sin más, contar las segundas. Tienes que pelear para ganarte ese privilegio.”
…Bartleby insiste en que debemos recoger aquí el runrún de estos días, ya que el tema está que arde. Aunque insisto en la negativa, me deshago al oir el nombre de Arcadi Ëspada, sin duda el periodista más elegante y preciso de la España actual. Me pone esto encima de la mesa, con gran alegría de mi corazón -dada mi vieja estima por el dignísimo Derecho Local-: Nada que ver.
…En fin, justamente esta tarde aún seguían echando materiales al fuego. Bartleby asegura que pasará toda la noche leyendo estas últimas referencias, insomne en el género interdisciplinar.
…Una de las principales molestias que me ocasiona el incómodo Bartleby consiste en recordarme la desaparición, cada vez más rápida, de gentes que, durante algún tiempo, lanzaron algunas señales imborrables. Me fastidia su especial atención al verano porque, ya desde los orígenes mismos de la literatura, los poetas advirtieron la incurable contradicción entre el estío y la muerte.
…Con su innecesaria eficacia –que nadie le ha exigido- me ha recordado hoy que este curso se inicia ya sin Vicente Verdú. He preferido no comentarle las decenas de artículos que, justo desde la época de estudiante, nos ilustraron más y mejor sobre la vida cotidiana, sobre la reverberación de la economía, de la ideología o de la política en los quehaceres y trasiegos de cada día. Me encantó aquel planeta americano, que él nos describió y que utilicé en algún trabajo académico. Y un buen amigo de Ciudad Badía aún tuvo el detalle de regalarme El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción. Lo publicó en el 2003, pero Bartleby me recuerda con insultante agudeza que es probable que algunas páginas suyas ya auguren el ridículo prurito de escribir este cuaderno (y se permite incluso recalcar en negrita su acusaciòn):
“El individualismo, en fin, ha triunfado tanto que ha llegado a convertirse en un fenómeno de masas. Las llamadas de nuestro tiempo no convocan a la revolución colectiva sino a la caridad particular; y los problemas del trabajador con la empresa se tratan de uno en uno, a menudo en los dispensarios. Luc Ferry ha llamado a nuestro tiempo la época del “ultraindividualismo” y los sociólogos norteamericanos, como Lash, lo denominaron “narcisista”. Lipovetsky ha calificado este período de “segunda revolución individualista” o paso del individualismo limitado que inauguró el siglo XVIII al individualismo total, y en la actualidad, decía Touraine, no se trata de buscar el sentido del mundo, sino el sentido de “mi” vida. ¿Consecuencia? La consecuencia es que la customización de los consumos y de los trabajos, la flexibilidad en los empleos y en las tareas, los cambios de residencia, de pareja o de ocupación derivan en cortas relaciones humanas. La vida tiende así a convertirse en una sucesión de fragmentos y la identidad, sometida a cambios constantes, sufre despistes y extravíos. Se aspira a ser único, inalienable, y el sistema se las arregla para cobrarse este anhelo en una incesante reposición de funciones, espacios, objetivos, pero todo esto hasta el punto, dice Gil Calvo (2001), de que acaso “la vida futura ya no tenga sentido real”.
A la pérdida de grandes referencias comunes se suma una biografía cuarteada, y a la segmentación biográfica se agrega, a cada paso, el bombardeo de consejos (libros de autoayuda, dictados publicitarios, recomendaciones médicas) para diseñar interminablemente otro yo mejor. Hay incontables enfermedades del yo, pero una, muy característica ahora, es la aglomeración de yoes sustitutivos y contradictorios. O bien: la existencia se ha poblado de tantos reclamos, verdaderos y falsos, dentro y fuera de los media, que sin cesar nos vemos asaltados por la inquietud de no hallarnos en el lugar idóneo y ocupándonos de lo más oportuno. Ante esa desazón, ¿cómo no verse confundido?, ¿cómo no sentir la insuficiencia de no ser un yo más?”