Los sotos contraatacan.

1.-En la ya vieja y bella película “La selva esmeralda”, los miembros de una tribu del Amazonas señalaban metafóricamente, ante la destrucción de sus bosques, que “el límite del mundo cada vez está más cerca”. Es, realmente, una franja en una situación delicada. Sin embargo, son recurrentes las noticias que hablan de un crecimiento sostenido de la superficie forestal en diversas zonas del planeta. Esta conclusión se basa en datos captados por los satélites, cada vez más precisos.

       Entre las causas de este aumento se citan el abandono de las tierras agrícolas, el incremento de la temperatura del planeta –que permite a los árboles penetrar en zonas anteriormente más frías- y la ejecución eficaz de políticas de reforestación –con China a la cabeza, comme d’habitude-. Incluso la FAO, tan políticamente correcta, admite que se ha ralentizado la disminución de las espesuras verdes en el período 1990-2015 y que, de hecho, los bosques se han expandido en las regiones de Europa y América del Norte y de Asia Oriental y Sudoriental. Curiosamente, se trata de las áreas de mayor desarrollo económico.

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2.-Por supuesto, hay que poner todas estas referencias en cuarentena. No conviene fiarse de resúmenes de agencia hechos aprisa y corriendo, máxime teniendo en cuenta que esas informaciones  serán golpes en el cuadrilátero de los debates sobre ordenación del espacio. Por otra parte, sería absurdo paralizar ahora las políticas de protección y salvaguardia.

Recuerdo ahora un interesante estudio dirigido por Oriol Nel·lo Colom titulado  La luz de la ciudad. El proceso de urbanización en España a partir de las imágenes nocturnas de la Tierra (2016). En este texto se analizaba la información obtenida gracias a las imágenes nocturnas captadas por satélite sobre el territorio español. De ahí se extraía una información sutil y transparente sobre la extensión efectiva de los procesos de urbanización y las formas de vida urbana. Ahora bien, me llamó la atención un apartado específico que valoraba las pruebas obtenidas, evaluaba críticamente la metodología, advertía sobre posibles incoherencias –“inconsistencias” en el lenguaje científico-, etc. O sea, la serena cautela de los científicos.

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3.-El maestro Martí Boada dice a menudo que Cataluña es un país forestal, pero no nos damos cuenta. Es cierto que han florecido el uso turístico y la frecuentación de las silvas. Pero, lógicamente, son actividades de fin de semana, de “puente”, de “mini-vacaciones”, artificiales en la máxima expresión…Nos cuesta creer que –más allá de las tradicionales pesadillas apocalípticas- los zarzales, los arbustos y los primeros pinos siguen implacables su propio camino.

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Más espacios naturales y más accesibles (I)

   1.-En los años setenta del siglo pasado lograron un gran predicamento el “Informe del Club de Roma” y las ideas de Paul Ehrlich sobre el crecimiento de la población y el agotamiento de los recursos. Se pronosticaban inminentes y generalizadas hambrunas que, como es conocido, jamás llegaron a producirse. Entre las escasas voces que se opusieron a aquella especie de neomaltusianismo destaca la posición de Julian L.Simon.

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2.-Una de las tesis de Simon afirmaba que se reduciría el espacio de tierras de cultivo pero que, no obstante, aumentaría la producción de alimentos. Esta regla ha sido plenamente confirmada.

Simon también defendía que el porcentaje de espacios naturales iba a crecer de manera sostenida.

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3.-Desde luego, esta última hipótesis parece más necesitada de matices. Pero lo cierto es que el aumento de los espacios protegidos en los últimos años ha sido espectacular. Muchos cálculos sobre la cuestión chocan con el problema de la diversidad de figuras jurídicas de tutela ambiental.  En este sentido, el baile de cifras es considerable, ya que oscila en España entre el 12% de las figuras clásicas de parque natural y las cifras superiores al 30% si incluimos otras categorías de salvaguardia. Es probable que la toma en consideración de todos los suelos no urbanizables generaría todavía un mayor porcentaje.

Por otra parte, este avance “institucional” de la protección se combina con una penetración “salvaje del bosque, a causa del abandono de tierras de labor y pastos.

Madrid. Rascacielos de Castellana Norte.
Madrid. Rascacielos de Castellana Norte.

 

 

 

 

 

 

 

 

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