María Jiménez

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          A mí me gustaban mucho “Camas vacías“ y “Ratones coloraos“, magnificas versiones de Sabina. No sabía que había cantado al maestro Agustín García Calvo y a Amancio Prada con una bella interpretación de “Libre te quiero”.

          Magnífica la anécdota narrada por Arcadi Espada en un legendario artículo publicado en El País de 17 de diciembre del año 2000:

          “No volvió a Barcelona. Los Gallos, que acababan de abrir en Sevilla, se hicieron cargo de ella mediante una curiosa propuesta muy de aquella época amanerada. Cada noche, un foco la buscaba entre el público y la hacía subir al escenario en ropa de calle. La gitana yeyé la llamaban. Toda la burguesía y el artisteo sevillano se acostumbraron a esperar ese momento de cante auténtico, enmascarado en una postiza ceremonia.

          José Utrera Molina, que fue falangista, ministro de la Vivienda, y que entonces era gobernador civil de Sevilla, iba mucho por Los Gallos y estaba clavado a los Tres puñales de plata de la cantaora. Un hilo de actividad permanente une, desde siempre, el orden público y la farándula. Una noche fue al tablao y no la encontró. Preguntó y le dijeron que había enfermado. Sería noche brava porque se decidió a llegarse hasta el corralón donde vivían los Jiménez.

          -Dígale a María, que el gobernador civil de la provincia le espera en el bar -pronunció como alguacil emplumado uno cualquiera de los aduladores que lo acompañaban.

          Ella salió de su casa temblando. Cuando llegó al bar, el gobernador civil bebía en la barra con sus acompañantes.

          -María, ¿y tú qué vas a querer?

          -Yo, señor gobernador: un piso.

          El gobernador sólo la invitaba a fanta, pero se echó a reír. Ella había escuchado sus propias palabras como si pertenecieran a otro y no sabía de qué se reía aquella gente. Pidió una fanta.

          Al cabo de unos meses la familia estrenaba un piso de 45 metros cuadrados en el polígono de San Pablo. La influencia del gobernador había sido aún mayor que su necesidad”.

          Aquella política de vivienda del régimen de Franco, efectiva y paternal.

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