1.-The process of taking apart followed curious paths. For instance, this strange transformation, specially developed by Judith Butler:
-Starting point: there were two different sexes.
-After, they suggested that there were two different genders.
-Gender was not real, but merely a “social construct”.
-So, “gender itself is nothing more than a “reiterated social performance”.
But that only was the first part. The second step was, in Peggy Mcintosh words, “raise our daily consciousness” on the nature of privileges (for instance, White Privilege) and, finally, redistribute these powers.
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2.- The last relevant author is, in fact, a couple: Ernesto Laclau (who died in 2014) and Chantal Mouffe. According to them, the “class struggle” is not enough to deal with the new political subjects that have clearly anti-capitalist character: women, national, racial and sexual minorities, anti-nuclear and anti-institutional movements, etc. They are obscure about how to find a way through those movements and their contradictions. But “one thing they are clear about is the utility for the socialist struggle of “new social movements” such as the women’s movement”. So, “is needed to bring all these movements under one umbrella: the umbrella of the socialist struggle”.
In conclusion, they want organise in a more complex way the fight against capitalist, sexist, patriarchal and racist society. Certainly, working class has shown itself to be flabby and a bit lazy in the final fight:
“Laclau and Mouffe were explicitly setting out to try to find, or create, a new class of “exploited person”. The working classes may have been exploited but they had been unable to recognize the fact, had let down their theoreticians and had generally failed to follow the path of progress that had been laid out for them. For Laclau and Mouffe this progress was obvious, winding through the Second International, the Leninist breach, the Cominterm, Antonio Gramsci, Palmiro Togliatti and the complexities of Eurocommunism. But not everyone had followed them on that. In any case the disappointing workers could now be, if not replaced, then at least added to”.
These new groups cover a wide range of conflicts: feminism; ethnic, national and sexual minorities; ecology; the anti-nuclear movement; social struggles in countries on the capitalist periphery…But they give a new energy “towards more free, democratic and egalitarian societies”.
With all these ideas, it’s easy to see a lot of contradictions and mistakes. We are going to examine them.
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3.-Murray begins with his priceless irony: “Marxists have always rushed towards contradiction”. Remind the popular sentence: let’s ride the contradictions. Some of them are very uncomfortable. For instance, he recalls that feminist studies consider that victims of sexual abuse should be believed. However, when the accused is a colleague in the movement, the orientation changes (this is the famous case of Avital Ronell in 2017).
That would be, perhaps, a forgivable fault. Humans are unfair. But the problem is deeper when Murray notes that “the purpose of large sections of academia had ceased to be the exploration, discovery or dissemination of truth”. In conclusion:
“The purpose had instead become the creation, nurture and propagandization of a particular, and peculiar, brand of politics. The purpose was not academia, but activism”.
Of course, this knowledge was not science, “not even politics, but more like magic”. In short: a masquerade.
The three final pages (60-63) are spectacular. Murray pricks with his sword in the camouflage practiced by these authors. They are really obscure (I have suffered this!) and “their work is unreadable”. You can roar with laughter thanks to funny examples from Judith Butler and others.
Murray adds that they need this simulation to hide something. Scholars also accompany their papers with a reiterative and circular bibliography. The result is an argot full of clichés and a repeated sanctuary of authorities. A lot of frauds have been able thanks to its disastrous language and scientific mistakes. You can have fun with some real examples: the study entitled “The Conceptual Penis as a Social Construct” (an academic paper written as a hoax and presented seriously and published in 2017), “Human Reactions to Rape Culture and Queer Performativity at Urban Dog Parks in Portland, Oregon” (published in a journal of “feminist geography”), etc.
1.-Para concluir nuestra apretada síntesis, daremos hoy algunas pistas sobre el último jugador que ha entrado en el terreno. Se trata de la corriente “transgénero” y de la teoría queer. No es una formación homogénea[1], pero sí ha apuntalado algunas propuestas comunes. De entrada, niegan la existencia de un dimorfismo sexual de base y consideran que es el género el que crea el sexo, pero que ambos son fluidos, operan en la práctica como una performance y, en definitiva, deben quedar siempre bajo la voluntad del sujeto[2]. De ahí el famoso dogma de la autopercepción.
Es cierto que el núcleo principal de estas ideas fue articulado por Judith Butler, pero el paisaje de fondo de Foucault ha sido determinante. No me resisto a añadir el siguiente párrafo de uno de los mejores exégetas del autor francés, el profesor Antonio Serrano[3]:
“En ese trabajo crítico por ir más allá de lo que ya se sabe, por intentar conocer si es posible pensar de otra manera, Foucault vuelve a apresar la cuestión de la formación del sujeto en L’usage des plaisirs y Le souci de soi (1984), esta vez desde la perspectiva del deseo y la sexualidad. Rechazando esa explicación idealista que habla de una líbido natural, libre, emancipadora, que habría sido objeto de diversas concepciones a lo largo de la historia y que se habría visto eternamente reprimida por todo tipo de prescripciones morales, religiosas y penales, Foucault ha conseguido esta vez afinar de una forma más precisa su preocupación de siempre: ¿Cómo ha empezado el individuo a prestar atención hacia sí mismo, a descifrarse, a pensarse, a cuidarse, a verse como sujeto moral y de deseo, a creer que la verdad de nosotros mismos se encuentra en ese lugar secreto del sexo, en ese “fragmento de noche” que cada uno lleva dentro de sí?”[4].
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2.-La primera pauta que propugna esta tendencia es la aceleración médica y bajo cobertura sanitaria pública del cambio de sexo en las situaciones de hermafroditismo y disforia. Ahora bien, la tesis fuerte es la decisión y certificación de la propia orientación en base a una mera declaración de voluntad (en lo que se conoce como «despatologización» de la transexualidad). Ello nos pone frente a un dilema legal interesante: ¿debe el ordenamiento registrar y tener en cuenta las diversas elecciones personales a lo largo de la vida o, sencillamente, ha de renunciar de una vez a tomar en consideración el dato del sexo en las relaciones jurídicas?
Desde otra perspectiva, el programa transarruina el proyecto reformador que ha construido el feminismo dominante. No es sólo una cuestión de baños únicos o de deportes competitivos con individuos de diferente sexo en la misma clasificación. Se trata, por ejemplo, de que sería fácil para el maltratador evitar una mayor pena si se inscribe como mujer antes del delito. Si lo hace después, su mutación implicará su traslado a una prisión de mujeres (éste es un tema que ya se ha discutido en otros países y no sólo con respecto a cárceles, sino también para casas de acogida).
Por otra parte –y seguimos con la demolición del estatuto mainstream- los informes de género para la elaboración de normas pierden sus sentido, ya que se diluyen en una marea variable de identidades múltiples. El llamado lenguaje inclusivo, en fin, se desparrama en una multitud de pronombres que se encargan de elegir los mismos sujetos aludidos (como pasa ya de hecho en algunos campus norteamericanos).
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3.-Es probable que el lector se sorprenda ante lo estrafalario o impracticable de estas medidas. No obstante, su éxito en ciertos medios de comunicación autocalificados como vanguardistas[5] y su probable fusión con ciertas pautas del transhumanismo le auguran un futuro prometedor para algunos o inquietante para otros.
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[1] En realidad, no es perfectamente uniforme ninguna de las tendencias feministas que hemos expuesto. Ahora bien, he procurado describir los puntos de vista que han ido asentando y las consecuencias que de ellos se derivan.
[2] Obsérvese que no son estas doctrinas las únicas que propugnan la evitación de discriminaciones contra los homosexuales. En este punto, el acuerdo es absoluto en todas las corrientes examinadas y está respaldado por un amplio consenso social.
[4] Pueden verse estas ideas en la obra de FOUCAULT, L’usage des plaisirs II,Histoire de la sexualité, Paris , Gallimard, 1984, pp. 15 y ss. Como remacha SERRANO, Foucault nos propone “el ejercicio de desmontarnos como sujetos y como conciencia, de desactivar nuestra “verdad”, de desprendernos, en fin, de nosotros mismos” (Op. cit. , p. 29).
[5] La exaltación de la subjetividad propia del romanticismo y llevada al extremo, por ejemplo, en el expresionismo alemán, ha acabado siendo la tierra abonada para la explosión queer. De ahí también la marca occidental de este desarrollo, que apenas ha penetrado en otras culturas del mundo.