Barcelona en España.

1.-El viernes cerramos la publicación en este cuaderno de una reseña con el título de “La ciudad que fue”. Era la Barcelona de los setenta. Curiosamente, al día siguiente, el suplemento cultural de La Vanguardia se enlazaba justamente con nuestro artículo y daba a la luz un reportaje denominado “Gabriel García Márquez, el Nobel de Barcelona”. El texto cubría los ocho años de la estancia del escritor en la ciudad (1967-1975) y las celebraciones que vienen sobre El rastro de Gabo en Barcelona.

2.-No acaban aquí las coincidencias porque el siguiente artículo del suplemento citado lleva por título «Barcelona importa” y, en él, Félix Riera desmenuza nada menos que nueve recientes libros en torno a la ciudad condal. Algunos están muy ceñidos al debate electoral, pero otros remontan el vuelo y se adentran en su historia, en sus conflictos, en su función, en su arquitectura y forma… Se detectan signos de estancamiento y, lógicamente, se aventa la lumbre de las meditaciones, de los proyectos, de lo vivido y de lo que se vivirá.

3.-Hemos garabateado aquí varias veces sobre el espejo de Barcelona, pero me gustaría ahora rescatar unos papeles que redacté hace algún tiempo y que llevan por título “Barcelona en España”:

       Barcelona en España (I)

       Barcelona en España (y II)

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Barcelona en España (I)

1.-La ciudad estaba preciosa. Es innegable. De ahí las unanimidades de estos días en el recuerdo de los 25 años de los Juegos Olímpicos. Con su punto de ironía, no obstante, Joaquín Luna nos recordaba que ya se ha empezado a maquillar el relato o, mejor, a afearlo. Pero esto ya es otra historia.

Lo cierto es que Barcelona ya había iniciado muchas transformaciones   relevantes. Por ejemplo, la dignificación del Barrio Chino-Raval o la ejecución de una política muy activa de rehabilitación urbana, con el concepto técnico de “Paisaje Urbano” y con la emblemática campaña “Barcelona, posa’t guapa” (que se inicia en 1985). Hubo también golpetazos modernizadores en los barrios  con el guante de seda del microurbanismo. Se hablaba ya, por ejemplo, de “monumentalización de la periferia”. Y  se acometían igualmente   innovaciones intensas como la ampliación de aceras o la peatonalización  (recibidas con un griterío retrógado que nadie recuerda, como ocurrió en el mismísimo Portal del Ángel). Lo mismo podríamos decir, en fin, de la renovación del transporte urbano, con aquella inolvidable Mercè Sala que, como es sabido, iba a asumir luego la presidencia de RENFE.

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2.-Ahora bien, es verdad que la gran operación fueron los Juegos Olímpicos. En gran parte, la ciudad vive aún de aquella inercia. Cuentan que, llevado por la precisión técnica y la sensación de éxito, Maragall comentó que “el acto de inauguración de los Juegos es la refundación de España”. No sé si es cierto, aunque parece ben trovato. Quizás esté inspirado en la confesión de Luis Bassat –publicista clave en aquellos fastos- comentando que el alcalde le indicó que “quiero que la ceremonia sirva de publicidad de Barcelona, Cataluña y España”.

La verdad es que, en efecto,  la aportación  del conjunto de los españoles fue generosa con Barcelona. No me refiero sólo a los presupuestos generales (siempre se podría  arañar algo más, claro), sino en el compromiso estratégico en muchísimos frentes. No se trataba únicamente del fundamental Samaranch (un catalán decisivo, y no sólo en el plano deportivo de lo olímpico, sino con opinión propia también en aspectos urbanos), sino de una solidaridad efectiva en obras públicas –la vieja cuestión de los accesos a Barcelona-, en instalaciones aeroportuarias,  en diplomacia, en seguridad, etc. Ello no impide reconocer, por supuesto, que el empuje y la creatividad nacieron en las gentes de Barcino.

Construcción de la Ronda Litoral frente al edificio de los antiguos Almacenes Generales de Comercio, actualmente conocidos como Palau de Mar. Enero 1991 . Fuente: Archivo Fotográfico Martí Llorens.

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3.-Sin embargo, esta ciudad tan atractiva (y, por eso, tan cara) no nació en el 92 ni un poco antes, evidentemente. Si las Olimpiadas fueron la gran metamorfosis del siglo XX, el Óscar del siglo XIX se lo llevaría el Eixample, el Ensanche urbano que los turistas recorren incansablemente. No conozco a nadie que pueda apartar los ojos cuando el avión pasa justamente por encima antes de tocar tierra en El Prat. Lo comentamos mañana.

Vista aérea del Ensanche en 1925. ©Arxiu Fotogràfic de Barcelona. Josep Gaspar

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