Aumenta el interés ante las torpezas legislativas de la neolengua inclusiva. Con Alejandro Molina.

    Cuadro: aquí.*

        Alejandro Molina se sorprende ante la irrupción de “monomarental” en el proyecto de Ley de Familias. No es una de las burradas más gloriosas e incluso goza de alguna línea de defensa, no crea. La neolengua inclusiva ha alcanzado cotas de mayor ridiculez, como venimos desgranando humildemente en nuestros “sábados exclusivos”. Siempre pienso que voy a cerrar la sección, pero luego me arrepiento ante una nueva joya de tontería a la violeta. Es cierto que no comenté el “sexilio”, que se me salía un poco del tema y que ya iba directamente a la invención de términos. De todos modos, don Alejandro, no crea usted, hay estudios por ahí con sesudas aportaciones en esta materia y son capaces de haber montado un corpus arregladito con cuatro revistas científicas. Le sugiero un experimento: escriba  sexilio en la investigación científica”* en la ventanilla del Sr. Google y deje volar su imaginación. Si lo lee algún universitario, que no escriba “sexenios”, que me lo veo venir, que son unos obsesos, oiga.

            El artículo de Molina expone dos puntos que me preocupan especialmente:

            -En primer lugar, el carácter aberrante desde el punto de vista lingüístico y gramatical de estos trampantojos.

            -En segundo lugar, su configuración como ariete ideológico, sostenido por esforzados guerreros que imponen en la sala del castillo asaltado sus prejuicios políticos y sociales.

            Creo que la táctica de lo que llamo un poco groseramente “los inclusiveros” se basa en un par de premisas:

            a) Las fórmulas lingüísticas actuales expresan una situación de opresión.

            b) Yo no las empleo, las cambio y, por tanto, proclamo ante el mundo mi superioridad moral y política.

            El apartado a) jamás ha sido demostrado. Por eso, como son muy cucos, han construido la patética historieta de la visibilidad, un mal chiste de humor gráfico. Respecto al apartado b), creo que no hay que emplear la lógica para arremeter contra esa pamplina. Son más eficaces la ironía y el sarcasmo. Ni una concesión a la mentira de que ello son más justos y buenos. Pero sobre esto hablaremos otro día, porque merece un mayor desarrollo y porque quiero dejarles ahora en compañía de don Alejandro Molina:

                        “Y ahora “monomarental”” (The objective, 11 de abril de 2023).

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