Diarios dispersos. No habrá paz para el suelo urbano consolidado.

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       Conferencia del maestro Parejo Alfonso ayer en Barcelona sobre la reserva obligatoria de vivienda de protección pública impuesta por el planeamiento general en suelo urbano consolidado. El Colegio de Arquitectos de Barcelona aporta una sala amplia, pero de estética discutible. Organizan los compañeros de la cátedra Barcelona de vivienda y allí están, en primera línea, Juli Ponce, Judith Gifreu y Montserrat  Pareja.  Me siento con Carles Pareja –mi profesor de urbanismo-  y le noto con ganas de polémica, aunque lo cierto es que las intervenciones se acaban alargando y el debate fuerte se produce cerca de las nueve de la noche, con algunos vacíos en el tendido.

       Don Luciano Parejo sigue fiel a su estilo señorial de siempre y ya proporciona a los organizadores el texto de su discurso.  Avisan de que lo colgarán aquí: xxx. Con su legendario dominio conceptual, nos explica que, ciertamente, el propietario en suelo urbano consolidado se hallaba en el “fin de la historia” del planeamiento:, tranquilo y sin cargas urbanísticas, en el refugio de su estatuto. Sin embargo, la normativa ayer discutida impone que, si se le ocurre abrir la portezuela de su castillo y se dirige a su Ayuntamiento a pedir nueva edificación, la sustitución o la rehabilitación, cae sobre él la tormenta de la nueva calificación. No observó el profesor en ello problemas de legalidad o de constitucionalidad.

       Discusión animada entre la mesa y los asistentes. Posiciones enfrentadas de la concejal Janet Sanz y de Xavier Vilaplana (de la asociación de promotores). Se indica que la calificación urbanística que comentamos implica una rebaja del valor del solar y de la construcción y que, sobre ese valor disminuido, han de operar los cálculos del promotor. Abismo ideológico entre los partidarios del derecho de propiedad y los que piensan que su titular debe estar en una especie de permanente estado de cesión (al menos, si realiza algún movimiento), ya que se beneficia del aumento de valor que le regala la urbe. Se oye el ruido lejano, durante algunos segundos, de polémicas de fondo: sobrerregulación del precio de la vivienda (o de su alquiler) y libertad de establecimiento de salarios (que son la otra cara de la moneda),  hipotético (quizá surrealista) derecho de nuestros descendientes a vivir en nuestra misma ciudad, la mezcla social en la misma escalera, el abandono de la política de vivienda social (reaparece Arrese –siempre sale y con su mítica frase-, que en este punto ganó la partida), etc.

       Mucho frío al salir. Se nota el lunes de enero en el ritmo muy apagado de la ciudad, casi sin gente en las aceras una vez me alejo de Plaza Urquinaona. Este problema y esta necesidad de vivir juntos.

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