Diarios para un confinamiento (XVII).-Percepciones contradictorias.

…   Cuando éramos críos, mi padre nos llevaba a pasear por los alrededores de Torrebonica, un imponente edificio que sirvió durante casi un siglo como hospital antituberculoso. Está enclavado en Tarrasa y, como mandaba el criterio para estos sanatorios, se trataba de un lugar soleado y ligeramente elevado (en relación a Barcelona). Cuando se puso en marcha, a principios del siglo XX, la tuberculosis era una enfermedad grave y muy extendida en Occidente, aunque la medicina ya estaba pisándole los talones con diversas estrategias.

…   Torrebonica era un paraíso de verdor, con esa mezcla maravillosa de pinos, encinas, tomillo y romero que, cuando llega el buen tiempo, es una fiesta para el caminante. Siempre me pareció irreal el contraste entre aquella alegría –el aroma de carne a la brasa en un merendero lejano, algún cazador que retornaba, un balón entre las zarzas…- y la leyenda de damas blanquecinas y niños enfermos tras los cristales de una clínica ya casi solitaria. Justamente como hoy me causa extrañeza contemplar la  primavera recién arrancada bajo la tiniebla de este rumor que no cesa.

***

Un comentario sobre “Diarios para un confinamiento (XVII).-Percepciones contradictorias.

Deja un comentario