
Edificio de Nuevos Ministerios. Madrid. 1949. Fuente: ***
1.-Tal como vimos en el tríptico presentado ayer* -la inscripción está aquí***-, el planteamiento de la jornada del viernes 24 en la Facultad de Derecho de Granada es múltiple. Es cierto que ya son abundantes los trabajos sobre digitalización y-en menor medida- sobre el teletrabajo. Pero la ventaja de este grupo de investigación -y de esta jornada conciliar- es que procura una visión global del fenómeno y de sus implicaciones. Así, por ejemplo, se analizan los derechos y deberes que aparecen en la fórmula del teletrabajo, sus consecuencias de cara a los riesgos laborales y a las obligaciones tributarias, las transformaciones en la manera de prestar los servicios y en la forma de relacionarse ciudadanos y empleados públicos. Por cierto, la organización avisa que en el comienzo del acto ya se van a presentar algunos libros como fruto de este trabajo.
2.-Por mi parte, he ido tratando en estos meses la relación entre teletrabajo (o digitalización en sentido amplio) y patrimonio de las Administraciones Públicas. El punto de partida radica en que la función administrativa -la aprobación de normas ejecutivas, la tramitación y resolución de expedientes, el archivo y documentación de actuaciones…-es la que de forma más natural se integra en los moldes de la digitalización, la automatización y el uso de la llamada inteligencia artificial. Es posible que algunos servicios públicos aún reclamen la cercanía física de un empleado público (los llamados servicios a la persona, al menos durante un tiempo), pero el núcleo de lo burocrático y de lo organizativo se puede envasar en una computadora.
Sé que lo anterior necesita algunos matices y puede originar algunos debates, pero me ha servido para indagar cómo influye esta condensación digital de la función administrativa en el patrimonio de las Administraciones Públicas. Las hileras de mesas vacías con funcionarios teletrabajando, la soledad de aquellos registros públicos que fueron en nuestra niñez un lugar de animación con sus colas de peregrinos invocando ante la ventanilla el libro sagrado de la “elepea”(Ley de Procedimiento Administrativo) o las montañas de papel que ya no tendrán ningún uso son los indicadores de un mundo que agoniza.
Se me dirá que existe un reflujo con el teletrabajo, pero el terreno que ha ganado no va a perderlo con facilidad y, desde luego, sus cifras muestran una gran vitalidad cuando se trata de la esfera de la Administración Pública. Me alegará usted que los ciudadanos están luchando contra la cita previa porque quieren más y más relación física, pero le va a ser difícil convencer a un muchacho de veinte años de que ese maldito trámite no puede hacerlo con el móvil. Alguno ironizará de forma vulgar sobre el teletrabajo como escaqueo, pero la seria verdad es otra: la función administrativa se mueve en lo digital como pez en el agua.
3.-La tesis principal -sobre la cual daré mañana algunas pinceladas- es que el edificio administrativo -en un sentido jurídico y técnico- ha perdido gran parte de su sentido. Ese bien que era la joya del dominio público artificial -el edificio destinado a oficinas y dependencias auxiliares, como indica la legislación de patrimonio de las Administraciones Públicas- ha entrado en crisis y está evolucionando a pasos agigantados, acompañado en su debilitamiento por las herramientas jurídicas que expondremos sucintamente.
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